POLITICA
una Modalidad que se repite

Cómo evitar caer en la trampa del secuestro virtual

Los delincuentes llaman a sus víctimas y dicen que tienen a un familiar cautivo. El allanamiento en Devoto alertó sobre los llamados desde las cárceles.

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| Cedoc
El miedo, la angustia, la sorpresa, el desconcierto, son los factores que se ponen en juego y que favorecen a los delincuentes en la cada vez más habitual modalidad delictiva que es el secuestro virtual. Sólo hace falta un llamado y estar desprevenido para caer en la trampa.

Los secuestradores virtuales llaman a sus víctimas y dicen que tienen a un familiar secuestrado, pero antes les sacan información para armar la mentira con los mismos datos brindados segundos antes en medio de la psicosis y la desesperación.

La Policía Federal registra al menos una denuncia por día de secuestro virtual. Pero es un delito que no suele denunciarse, y aunque con la difusión muchos están empezando a darse cuenta y no caen en la trampa, todavía hay muchos que pagan lo que los delincuentes piden.

“Hubo un accidente y nos dieron este número, ¿falta alguien en su casa?”, se escucha del otro lado del teléfono y la víctima atina a decir: “Sí, mi hijo Pedro”. A partir de ahí todo comienza. “Tenemos secuestrado a tu hijo Pedro, si no juntás 10 mil pesos no lo volvés a ver”, contesta el delincuente.

El estado anímico de la víctima es crucial para que el secuestro virtual prospere. La conmoción puede jugar en contra, pero es necesario que la emoción no omnibule a la razón para poder pensar y no decir nada que pueda ser perjudicial.

Los delincuentes intentan sacarles datos a las víctimas, a veces en la primera llamada otras en varias anteriores, para armar una mentira verosímil. Por eso la primera recomendación de los especialistas es “ no hablar nunca con extraños y no dar ninguna información familiar a nadie que no se conozca”.

La diputada y especialista en seguridad, Paola Spátola, consultada por Perfil.com, aconseja “ no informar sobre horarios o sobre quienes están o no en la casa, y no dar ningún dato de miembros de la familia” y también sugiere que los padres conozcan las actividades de sus hijos “porque a veces agarran a adolescentes y los hacen llenar solicitudes o averiguan que van a estar en el cine con el teléfono apagado dos horas y ahí aprovechan para llamar”.

Hay que implementar una modalidad de control familiar, para saber qué hacen los miembros de la familia. No hay que hablar con extraños de cuestiones familiares, no dar datos. No hablar de más. Si sacan nombres de los familiares el cuento se vuelve verosímil”, sostiene en diálogo con Perfil.com Eduardo Burzaco, diputado del PRO y especialista en seguridad.

Spátola asegura también: “Si llaman de un penal cortar enseguida”. Llamar desde las cárceles para realizar secuestros virtuales es cada vez más habitual, por eso el viernes pasado la Justicia ordenó allanar la cárcel de Villa Devoto en busca de pruebas. El operativo terminó con 19 heridos y con pocas respuestas.

“Por lo general cuando se llama de una cárcel una grabación avisa que el llamado se realiza desde el Servicio Penitenciario, pero a veces no, así que hay que tener mucho cuidado”, alerta Spátola y sentencia: “Las grabaciones desde los penales tienen que grabarse y hay que controlar el uso de celulares de los internos”.

Causas y formas de detener los secuestros virtuales. Burzaco explica que esta nueva forma de secuestrar “sucede porque hay una gran facilidad para acceder a los celulares robados y es fácil que la gente se crea el cuento del tío por su estado de paranoia. Es una forma de hacerse de plata rápidamente y hay mucha desinformación desde la gente”.

“Para detener los secuestros virtuales el Estado debe controlar los chips de los celulares, que en este momento no tienen ningún control”, afirma el diputado y señala: “Hay que ser más estricto con las líneas y con las empresas, aunque se resistan al control”.

Este año, el Gobierno propuso abrir un control de huellas digitales para los compradores de celulares, pero la iniciativa no prosperó por las críticas de las empresas de los teléfono móviles.

“El proyecto para controlar los celulares era excelente”, dice Spátola, que plantea que el problema de fondo es que “los delitos en este país no tienen consecuencias duras”, aunque admite que “siempre lo ideal es la prevención” y atacar las causas sociales de la delincuencia.

(*) Redactora de Perfil.com.