Grande fue la sorpresa para distintos sectores de la sociedad ante el nombramiento de Jorge Bergoglio como el nuevo Papa, sucesor de Benedicto XVI. Para el Gobierno en sus distintos estamentos, por su parte, representó un trago amargo que dificílmente pudieron disimular.
La presidenta Cristina Fernández de Kirchner envió ayer una escueta carta a la Santa Sede, la cual fue ratificada con una breve mención durante un acto en Tecnópolis en donde le deseó "suerte" en su "misión pastoral". Sin embargo, de inmediato aprovechó la primera jornada del papado de Francisco para hacerle un encargo. Le pidió que "convenza a los poderosos del mundo, los que tienen las armas, el poder financiero, para que dialoguen".
Mucho más visiblemente irritados se mostraron ayer por la tarde los diputados del Frente para la Victoria. Si bien la primera mandataria comparte muchos de los preceptos más fuertes del catolicismo (como el rechazo al aborto), sus legisladores no accedieron a interrumpir la sesión de este miércoles para escuchar al nuevo Papa.
En diálogo con Perfil.com, el diputado mendocino Omar De Marchi explicó lo ocurrido: "Un minuto antes de que hablara el nuevo Papa, pedí formalmente un cuarto intermedio, pensé que ni se iba a poner en consideración, pero recibí una increíble respuesta de resentimiento y agresión por parte del oficialismo, que demostró su verdadero estado de ánimo".
"Destilaban bronca", afirmó el legislador y agregó: "En lugar del cuarto intermedio, que se suele brindar para tantas estupideces, se decidió seguir con el homenaje a Chávez que ya llevaba dos horas. Fue incomprensible. Ante mi pedido, Agustín Rossi, Carlos Kunkel y Héctor Recalde, entre otros, comenzaron a proferir insultos y gritos. Algunos me invitaron a retirarme para que yo mirara la transmición aparte y otros vincularon a Bergoglio con la dictadura".
El diputado Francisco de Narváez describió a Radio Mitre la escena en la Cámara baja: "Yo veía las caras. Se notaba que no habían recibido una buena noticia, los vi contrariados y mortificados. Para este gobierno Bergoglio significaba un enemigo, estaba en su lista de enemigos. Pero no así Bergoglio con ellos. Jamás me dio un consejo desde un punto de vista 'nosotros los opositores'. Siempre me inducia a un camino de diálogo".
En tanto, el vocero de Casa de Gobierno anticipó que la Presidenta asistirá a Roma junto con los demás presidentes para el primer encuentro con el Papa. En la oposición dan por descontando que el momento de besar el anillo papal, como indica la tradición, será "naturalmente incómodo".
De Marchi opinó: "Escuchamos como ayer Cristina le daba consejos a Bergoglio. No pudo disimular su odio. Eso no es enojo, es odio, se le notaba en la voz. Luego, inmediatamente, se puso a hablar de ella misma. Creo que besar el anillo va a ser un trago muy amargo porque su soberbia no le va a querer permitir participar de un acto de humildad". "La Presidenta debería ser inteligente y aprovechar para consolidar la imagen argentina", apuntó.
En Casa Rosada tampoco se vivieron momentos de alegría y sosiego. Según un periodista de La Nación acreditado en Casa de Gobierno, en los pasillos y despachos de Balcarce 50 se escucharon gritos de reprobación. "¡No puede ser!", gritó una funcionaria. "¡No podemos tener tanta mala suerte!", lanzó un compañero. "Somos un gobierno revolucionario y el nuevo Papa dijo que el matrimonio gay era parte del plan del diablo", refunfuñó otra funcionaria de corta edad.
El mundo de las redes sociales tampoco se vió exento de la ofuscación kirchnerista. El ex dirigente piquetero Luis D'Elía dijo en Twitter: "Francisco I es a América Latina lo que Juan Pablo II fue a la Unión Sovietica. El nuevo intento del imperio por destruir la unidad suramericana". Y agregó: "Que Francisco I sea muy distinto al Jorge Bergoglio que entregó a los sacerdotes Orlando Yorio y Francisco Jalics a la dictadura genocida".
A la par, la periodista Cynthia García (678, Radio Nacional) esgrimió una duda: "Cuánto tiempo tardará la Iglesia Católica en pedir perdón por haber elegido a Bergoglio Papa? Como mínimo, durante la dictadura fue cómplice". La novia del vicepresidente Amado Boudou, Agustina Kämpfer, escribió: "Ay! No, no me pone contenta. No me llena de orgullo. No. Un argentino al mando de una institución que encubrió y encubre el abuso sexual de curas a miles de niños en todo el mundo".
(*) De la Redacción de Perfil.com.