POLITICA
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Consulados colapsados en España e Italia por los pedidos de repatriación

Y es que en la primera línea de esta crisis sanitaria global, los diplomáticos argentinos viven escenas dramáticas mientras ellos mismos tratan de controlar sus temores.

cancilleria españa italia argentinos varados coronavirus 20200315
Atencion - En Cancillería habilitaron líneas para ayudar a los consulados en la emergencia | CEDOC.

Desbordados. Con pocas manos y casi al borde del colapso. Los cónsules argentinos siguen trabajando en la primera línea de la guerra contra el coronavirus, donde hoy se libra la batalla más cruenta, en España e Italia. Para muchos compatriotas angustiados que se comunican o se aproximan a las oficinas en Madrid, Milán o Roma, ellos representan la última esperanza para apresurar su retorno aunque no siempre puedan darles la respuesta deseada.

La última semana triplicaron esfuerzos ante la avalancha de consultas que generó la orden de limitar los vuelos de conexión a la empresa Aerolíneas Argentinas y solo para viajes de repatriación. Cancillería dispuso que los consulados atiendan las 24 horas y abrió nuevas líneas de emergencia, fijas y móviles, en paralelo a los medios de comunicación que dispuso en Buenos Aires. “Solo en Cancillería recibimos desde anoche más de 10 mil llamados y no paran de sumarse trabajadores para reforzar la asistencia que hacen nuestras representaciones en el exterior”, tuiteó ayer el canciller Felipe Solá.

Y es que en la primera línea de esta crisis sanitaria global, los diplomáticos argentinos viven escenas dramáticas mientras ellos mismos tratan de controlar sus temores. Cuentan sobre el llanto desconsolado de una mujer que les rogaba por regresar lo antes posible a Buenos Aires y juraba estar sana. “Y si estuviera enferma, tengo derecho a que me cuiden en mi país”, reclamaba. También sobre un hombre impaciente porque las aerolíneas no atendían sus llamadas y les demandaba una solución. Y ellos solo podían apuntar sus datos en una larga lista con reclamos similares que enviarían luego a la Cancillería para conformar una extensa base de Excell a partir de la cual interpelan a las firmas aéreas.

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Los cónsules y el personal administrativo proveniente de Argentina atienden llamadas, whatsapps y mails día, tarde y noche, con el apoyo logístico de quienes operan con horas extras desde la torre de Cancillería en la esquina de Arenales y Esmeralda, en Buenos Aires. Cuando no están en las oficinas, se trasladan con los contingentes con pasajes propios de regreso, para garantizar que aborden sus vuelos. Hubo varias empresas que cancelaron viajes desde Europa en el fin de semana y pasar demasiadas horas en el aeropuerto, con la confluencia de pasajeros de diversas partes del mundo, no es de lo más aconsejable. 

En Milán, describen la postal como “la de una ciudad muerta”, aunque la atención se mantiene de forma presencial siempre que se puede y, si no, en forma telefónica y a través de los formularios on line que los consulados dispusieron en sus webs. Luego de que la Cancillería tuiteara que todos los argentinos varados en el exterior debían dirigirse a sus consulados más próximos. También en Roma la atención se rige por las normas del aislamiento obligatorio. Pero en Madrid, previo al decreto de ayer que restringió más la movilidad, los argentinos se acercaban de a decenas y no faltaban quienes se impacientaron en las puertas del consulado cuando les explicaron que limitaban el acceso para evitar aglomeraciones. Algunos se enojaron y, el viernes, casi terminaron a las piñas entre sí.

Hoy, los cónsules son los únicos que acuden a las oficinas porque a los trabajadores locales se les ordenó permanecer en sus casas, acorde a las disposiciones de los gobiernos locales que libran una batalla sin cuartel contra el virus. Ellos mismos procuran evitar el transporte público y seguir los consejos de higiene personal que se repiten en cada parte del mundo porque saben que, si uno de ellos cae, el riesgo de contagio grupal es alto con tantas horas compartida. Y junto a ellos, están sus familias, con tanta angustia como cualquier nativo de las ciudades asoladas por la enfermedad.