No siento que deba disculparme. No creo haber injuriado a nadie, y no voy a pedir disculpas por algo de lo que yo no me siento culpable”. Con esas palabras, Rafael Correa le explicó a Wellington Sandoval, el embajador ecuatoriano en Buenos Aires, por qué no habrá un pedido de disculpas formal por sus dichos de esta semana sobre el atentado a la AMIA. Fuentes diplomáticas ecuatorianas confiaron a PERFIL que el mandatario se mostró dispuesto a aclarar su desafortunada frase e incluso a solidarizarse con los familiares de las víctimas, pero no a pedir perdón.
Un funcionario muy cercano a Correa contó a este diario que el presidente llamó al embajador de Ecuador en la Argentina, preocupado por el revuelo que habían generado sus palabras. El teléfono sonó a la una de la madrugada del viernes, horas antes de que Correa viajara a la cumbre del Mercosur en Brasilia. El mandatario quería saber a qué se debía semejante controversia en Buenos Aires.