Cuando lo eligió como su compañero de fórmula, Cristina Kirchner pensó en Amado Boudou como un potencial sucesor. Hoy no se hablan. El escándalo que involucra al vicepresidente en la compra de la imprenta Ciccone Calcográfica sepultó su futuro político y se convirtió en un búmeran: su caída en desgracia significó también un golpe para el Gobierno, que quedó salpicado por la sospecha de la corrupción.
La presidenta dejó de recibir a Boudou y de delegarle visitas institucionales a las provincias. Teme que el vicepresidente sea finalmente condenado por la Justicia, a medida que avanza la pesquisa sobre el misterioso desembarco del fondo The Old Found en Ciccone, que llegó para “salvar” a la imprenta de la quiebra.
El viernes, Cristina Kirchner cumplió un mes desde su último discurso. Regresó a la Casa Rosada tras su estadía en Santa Cruz pero redujo sus apariciones públicas. Gobierna mediante audiencias y contactos telefónicos, que dejan afuera al vicepresidente.
En la causa, que instruye el juez federal Ariel Lijo, Boudou está imputado por los delitos de tráfico de influencias, negociaciones incompatibles con la función pública y enriquecimiento ilícito. La familia Ciccone, fundadora de la imprenta, declaró ante Lijo que el vicepresidente se involucró de manera directa en levantar la quiebra de Ciccone y en hacer que su socio José María Nuñez Carmona se ocupara de sacarla a flote, a través de un supuesto testaferro, Alejandro Vandenbroele. Los nexos entre Vandenbroele y Nuñez Carmona están comprobados. Lo que no se sabía hasta las declaraciones de la familia Ciccone era la participación directa de Boudou en el proceso de compra.
Nuñez Carmona es socio de Boudou en dos emprendimientos inmobiliarios: Hábitat Natural e Inversiones Inmobiliarias Aspen. Juntos planificaron, además, el festival “Rock y Arena” que se desarrolla en el Partido de la Costa, desde que Boudou era funcionario de ese municipio.
Una fuente del Gobierno dijo a PERFIL que existía un plan para que Nuñez Carmona asumiera toda la culpa ante el juzgado de Lijo, pero el empresario se negó. “Ahora ya es demasiado tarde, Boudou está muy complicado”, explicó la fuente.
La situación judicial de Boudou también se replica en sus relaciones con el resto del gabinete. Se sabe el rencor que le tienen el secretario de Legal y Técnica, Carlos Zannini —brazo derecho de la presidenta— y Florencio Randazzo, ministro del Interior. De hecho Randazzo acusado por Boudou de haber filtrado información a la prensa sobre los nexos entre la compra de Ciccone y el vicepresidente, algo que el “Flaco” negó sistemáticamente. Si la situación de Boudou en los tribunales se complica, crecerán las especulaciones sobre la línea sucesoria. Hoy, la presidenta provisional del Senado es Beatriz Roskjes de Alperovich, pero hay quienes creen que en su lugar pondrán al radical K Gerardo Zamora, ex gobernador de Santiago del Estero y flamante senador. Dicen que la presidenta tiene confianza en el ex mandatario provinicial.
A la línea de sucesión también aspira el jefe de la bancada de senadores oficialistas, Miguel Angel Pichetto.