Cristina no lee encuestas. Al menos no lee las que se hacen lejos del poder, con independencia de las presiones varias que sofocan a los encuestadores del rey.
A principio de año difundí (tuvo amplia cobertura en distintos medios) los resultados de una investigación de mercado cuyo título era "El año de la diva" (Etapa cuantitativa: 300 entrevistas. Etapa cualitativa: 15 grupos NSE amplio). Las conclusiones alertaban sobre un profundo cambio de humor en la sociedad argentina. La gente está cansada de que no le reconozcan su aporte a la recuperación del país.
Se comporta como una "diva" que reclama atención. Siente que los políticos ningunean, y se apropian del sacrificio de todos. Ningún dirigente, en los avisos para la campaña presidencial de 2007, dijo "gracias argentinos por el esfuerzo de estos años".
¿Resultado? Un enojo potencial del que había que tomar nota. "La gente necesita mimos", era la conclusión generalizada; una forma de decir que había que empezar con un discurso de reconocimiento al hombre común, bajar el tono de agresión y enojo. En su ya famoso discurso, Cristina hizo todo lo contrario.
Lo peor fue la actitud. A veces hasta la entonación hace la diferencia. La estrategia de confrontación que tantos resultados le aportó a Néstor, hoy por hoy es una bomba de tiempo. Está lloviendo fuerte y el gobierno anda sin paraguas. Para muchos argentinos, especialmente los que viven en zonas urbanas, el conflicto del campo es sólo una excusa; válvula de escape que canaliza todos estos años de dominio del discurso agresivo. Los publicitarios sabemos mucho del tema: la gente cambia de un día para el otro.
Lo que ayer funcionó, hoy puede resultar contraproducente. Hace un mes, cuando la encuesta salió, varios periodistas me preguntaron "qué puede pasar". La respuesta fue: "No sé. Pero andar con la sociedad enojada es peligroso". Era una recomendación para las marcas. Bueno, se ve que el consejo vale también para la política.
* publicista
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