Detrás del llamado se esconde también la intención de la Presidenta de asumir de una vez la gestión real, quedando como la única cara visible de la toma de decisiones en la Casa Rosada.
Hasta ahora, el gobierno de CFK estuvo eclipsado por el rol protagónico (y arrollador) de Néstor Kirchner. Sin embargo, el matrimonio presidencial , interpretando el castigo de las urnas –responsabilidad en gran medida del pingüino– , se dispone a separar funciones.
Ella se ocupará full time de consensuar políticas de Estado con la oposición, el campo y la industria. Y Kirchner se refugiará en la reconstrucción del espacio político que le garantice llegar sin sobresaltos a 2011.
Reinventarse. Las primeras señales del diálogo llegaron ayer mismo. En el gabinete salieron a mostrar disposición a hacer las reformas que reclama la oposición, como por ejemplo la normalización del INDEC y un acuerdo con el campo. La resignación de los superpoderes es otra de las asignaturas que el Poder Ejecutivo estaría en condiciones de discutir con los partidos políticos no oficialistas. Dicen que la propia Presidenta envió cartas convocando al diálogo a los presidentes de bloques opositores del Congreso, y que Florencio Randazzo, el ministro del Interior, se encargó de hablar con algunos referentes del arco opositor.
Fue Randazzo quien le envió señales al vicepresidente Julio Cobos, hasta ahora enemigo público número uno de la Rosada. “Por supuesto, cómo no se va a hablar, es el vicepresidente de la Nación”, confirmó Randazzo. El vice no se quedó atrás y le marcó la cancha a la Presidenta: “La mejor muestra para concretar esta convocatoria sería la de convenir con todas las fuerzas políticas en forma inmediata la agenda legislativa tendiente a recuperar la confianza y la previsibilidad que Argentina necesita en lo institucional y en lo económico”.