Desde Río Gallegos
Cristina Kirchner estará hasta mañana en su residencia de El Calafate, y luego viajará a Buenos Aires. Allí se alojará en el departamento que tiene en Recoleta hasta el miércoles, día en que deberá estar cara a cara con el juez federal Claudio Bonadio, que la indagará por la venta de dólar a futuro.
Está acompañada por su hija Florencia y su nieta Elena. En Buenos Aires la esperará Máximo, que pasa allí todo el fin de semana. También es asistida por un joven secretario. Y custodiada por un número reducido de uniformados.
El kirchnerismo informó que Cristina llegará mañana por la noche en un vuelo de Aerolíneas Argentinas.
La primera reacción del entorno de CFK frente a la declaración fue desacreditar a Leonardo Fariña. “No es un testigo, está preso en esa causa”, dijeron. Y agregaron que la imputación que pidió el fiscal Guillermo Marijuan, si se concreta, será revocada por una instancia superior.
Además consideraron que al gobierno de Mauricio Macri se le escapa de las manos la “embestida” judicial y que, si Cristina Kirchner cae presa, la convertirán en el “Perón del 45”. Sueñan con su propio 17 de octubre, pero un 13 de abril de 2016. Cerca de la ex presidenta entienden que el malhumor social que hay como consecuencia de los aumentos de tarifas y la inflación coronan un escenario que victimizará a CFK.
Ella, mientras tanto, se mantiene informada y activa durante el día. Prepara los pasos a seguir después de su declaración indagatoria de la que, entiende, puede salir procesada pero no cree que presa. Al menos no por esta acusación.
Antes de que estallara el escándalo judicial, la ex presidenta se había hecho acondicionar un edificio para poner en marcha una fundación, a metros del Congreso, en la Ciudad de Buenos Aires. Se especuló con que el nombre sería Instituto Patria.
Estaría acompañada allí por sus ex funcionarios Carlos Zannini y Oscar Parrilli. Y por la agrupación que conduce su hijo Máximo, La Cámpora.
Su nuevo enemigo. Su ahora adversario, Lázaro Báez, el hombre que la puede arrastrar en el barro judicial, está preso. Hicieron negocios juntos durante años, pero la relación se quebró incluso antes de las citaciones judiciales. Martín, el hizo del empresario, está viviendo en un departamento en Belgrano, en Buenos Aires, donde fijó domicilio.
Los Báez siguen con atención los pasos del juez federal Sebastián Casanello, que investiga el presunto lavado de activos con la financiera conocida como La Rosadita.
Ayer, durante un breve contacto con el canal TN, Martín Báez dijo que espera para poder visitar a su padre en prisión y que la estrategia judicial la fijan los abogados.
La esposa de Lázaro, Norma Calismonte, está angustiada, tanto por la situación del empresario como por la de su hijo que, dicen, es su debilidad.