El Papa no sólo vive de la fe, sino también de la política. Así lo demostró en su paso por Brasil, donde envió mensajes a los líderes de la región y fijó posición sobre temas calientes que dividen a las sociedades latinoamericanas. Francisco cuestionó la legalización de las drogas, debatida en muchos países –entre ellos la Argentina–, embistió contra los narcos, disparó contra la corrupción en las instituciones políticas y rechazó la “pacificación” de las favelas y villas.
Jorge Bergoglio demostró por primera vez desde que se convirtió en Sumo Pontífice cuáles son sus posicionamientos ideológicos y doctrinarios. Lo hizo desde un centro de rehabilitación de adictos al crack, desde la favela Varginha y, también, desde el púlpito de la Catedral de Río de Janeiro.
“La llaga del tráfico que siembra la violencia exige de la sociedad un acto de coraje. No es dejando libre el uso de las drogas, como se discute en varias partes de América latina, que se conseguirá reducir la difusión e influencia de la dependencia química”, disparó el miércoles, tras su visita por el santuario de Aparecida. Las palabras del Papa argentino no sólo retumbaron en el hospital San Francisco, donde se rehabilitan jóvenes, sino también en los oídos de Cristina Fernández de Kirchner, José “Pepe” Mujica, Dilma Rousseff y otros primeros mandatarios que insinuaron liberalizar el consumo de drogas.
También se refirió a los escándalos de corrupción que conmueven a América latina y, en particular, a Brasil, que vivió en el último mes multitudinarias protestas contra la dirigencia política. “Queridos jóvenes, ustedes tienen una especial sensibilidad ante la injusticia, pero a menudo se sienten defraudados por los casos de corrupción, por las personas que, en lugar de buscar el bien común, persiguen su propio interés. Nunca se desanimen, no pierdan la confianza, no dejen que la esperanza se apague”, aseveró el Pontífice, que en el Vaticano ordenó limpiar “el Banco de Dios” y exigió “tolerancia cero” con los curas pedófilos.
Además, pidió combatir la indigencia e instó a los jóvenes a “hacer lío” y a sacar a la Iglesia a las calles. Pero también criticó la criminalización de la pobreza, al cuestionar los planes de “pacificación” de las fuerzas de seguridad en las barriadas más humildes de la región. “Ningún esfuerzo de pacificación será duradero, ni habrá armonía y felicidad para una sociedad que ignora, que margina y abandona en la periferia a una parte de sí misma”, proclamó Francisco.
Indignado por la preponderancia de lo material y del dinero, Bergoglio también pidió una humanización de la economía. También se refirió a los indignados que protestan en varios países, al asegurar que “el porcentaje de jóvenes sin trabajo es muy alto”.
Con una agenda política ambiciosa y ligada a su mensaje espiritual, Francisco militó esta semana por las calles de Brasil, como si se tratara de un candidato en plena campaña electoral. Y, también, le habló a los líderes de la región.