Cuando era Arzobispo de Buenos Aires, Jorge Bergoglio defendía la soberanía de las islas y calificaba al Reino Unido como “usurpador”. Durante una misa para conmemorar los treinta años de la guerra con Gran Bretaña, el prelado dijo: “Vayan a besar esa tierra que es nuestra y que nos parece tan lejana”, les pidió a los familiares de los soldados que perdieron sus vidas durante el conflicto bélico.
Dijo en esa misa, que ocurrió en 2012: “Venimos a rezar por aquellos que han caído, hijos de la patria que salieron a defender a su madre, la patria, a reclamar que es suyo de la Patria y les fue usurpado”. En otra misa anterior, en 2009, advirtió a los familiares que “hay ángeles que los acompañan, que son hijos, esposos y padres de ustedes, que cayeron allá en un gesto religioso, casi, de besar con su sangre el suelo de la patria”.
La posición de Bergoglio entonces se condice con la que tiene ahora como Papa, que busca la vía diplomática para que Argentina pueda recuperar las islas Malvinas. Es la misma postura que sostiene el Gobierno. En todos los foros internacionales, Cristina Kirchner ha instado al Reino Unido a que cumpla con la resolución de la ONU que lo obliga a sentarse a debatir sobre la soberanía de las islas. Hasta ahora, esa denuncia internacional no ha logrado su cometido. Pero las autoridades confían en que en algún momento la presión de otros países haga que los ingleses cumplan con esa resolución de la ONU.
El Reino Unido impulsó hace un año un referéndum para que los kelpers votaran si querían quedar bajo el mando argentino o seguir como una colonia británica. El resultado fue favorable para los ingleses