POLITICA
transfuguismo electoral

De Narváez fue el último eslabón de una campaña plagada de saltos

Los frentes partidarios llegan a la votación con una composición distinta a la que tenían meses atrás. El massismo, el más dañado.

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Cuando ya falta cada vez menos para que se defina el nuevo mapa de poder en la Argentina, Francisco de Narváez se empeñó en demostrar que los saltos inexplicables de los dirigentes se pueden terminar dando incluso en los días previos a una elección. Así, la campaña electoral llega a su fin mostrando un escenario muy distinto al que se veía meses atrás.
El caso de De Narváez es solamente un capítulo más en la historia de idas y vueltas que suelen darse en la dirigencia política argentina, sólo que esta vez terminaron ocurriendo en un mismo proceso electoral. Hasta ahora, ya se había vuelto una anormalidad normal que, elección tras elección, aquellas fuerzas que estuvieron juntas se presentasen separadas y viceversa. En la campaña 2015, no obstante, esos saltos no esperaron hasta que terminasen las elecciones.
Así, De Narváez, que hasta mediados de junio era el más fuerte candidato a gobernador del massismo, hoy ya anunció que votará a Daniel Scioli. La sorpresa, en su caso, es mayor porque desde 2003 venía posicionado siempre como uno de los principales exponentes de la oposición. Más allá de su cercanía con el gobernador bonaerense, lo cierto es que terminará votando una fórmula que tiene a Carlos Zannini –uno de los ideólogos del kirchnerismo– como vicepresidente. En el medio supo ser aliado de Mauricio Macri, de Felipe Solá y también de los radicales (en 2011).
Peor es el caso de Mónica López, quien anunció su voto a Scioli siendo candidata al Parlasur de UNA, el frente que armaron Sergio Massa y José de la Sota. Su marido, Alberto Roberti, todavía es el jefe del bloque de diputados massista y candidato a renovar su banca. En el espacio lograron, contra reloj, imprimir las boletas sin su nombre.
Sin dudas, el Frente Renovador de Massa fue el que más fugas sufrió en el transcurso de la campaña. Tomando como referencia los armados electorales en el último verano, los saltadores fueron sobre todo de sus filas. La mayoría pasaron (o volvieron) al Frente para la Victoria, pero otros también a Cambiemos.
Son los casos, por ejemplo, de Carlos Reutemann y Gustavo Posse. El santafesino formaba parte del espacio de Massa hasta que en febrero anunció su apoyo a la candidatura presidencial de Macri. Posse, en tanto, quería ser uno de los candidatos a gobernador de Massa y pugnó por una alianza amplia. Finalmente tomó la garrocha y ahora es candidato de Cambiemos.
Entre los que pasaron a las filas K, los que más se destacaron fueron los intendentes que decidieron acompañar a Massa en 2013, como Darío Giustozzi, Gabriel Katopodis, Sandro Guzmán, José Eseverri, u otros como Raúl Othacehé, de Merlo, que se pasó después de la elección de 2013 y volvió antes de la de 2015.
La debacle de UNEN. Los cambios de vereda también se dieron en el ala no peronista. Después de las elecciones de 2013 parecía irremediable que UNEN se conformaría a nivel nacional para competir en 2015. Y lo hizo en 2014, con Hermes Binner, Julio Cobos, Ernesto Sanz, Elisa Carrió y Pino Solanas como presidenciables. Pero no llegaron juntos a la elección. Carrió y Luis Juez, primero, y el radicalismo después, tomaron la decisión de extender el armado también al PRO y conformaron Cambiemos. La convención radical de Gualeguaychú, en marzo, marcó el punto final de UNEN y nuevos saltos de un lado a otro