Respondí que agregaba otra preocupación por la parte del discurso donde la Presidenta hizo una directa crítica a Hermenegildo Sábat y dijo: "Hoy pude ver en un diario, donde colocan mi caricatura, donde tenía una venda cruzada en la boca, en un mensaje cuasimafioso. ¿Qué es lo que no puedo decir, qué es lo que no puedo hablar al pueblo argentino?".
Me hizo acordar a las críticas de los fundamentalistas islámicos a las caricatura de Mahoma hechas por Kart Westergaard y publicadas por el diario de Dinamarca Jyllands Posten en septiembre de 2005. Obviamente Sábat tiene derecho a dibujar a la Presidenta como le resulte adecuado. Y al igual que hicimos con aquellas de Mahoma, en solidaridad con su autor, reproducimos ahora la caricatura de Sábat que, como puede verse, nada tiene de mensaje cuasimafioso ni golpista. La fijación del Gobierno con el golpe militar lo hace ver fantasmas donde no existen.
Le dije a La Nación que me parecía grave que un Jefe de Estado ante centenares de miles de partidarios realice esas acusaciones porque podría producirse en fanáticos una mala interpretación de su mensaje que los lleve a pasar de la agresión verbal a la física. Estoy absolutamente convencido de que esa no es la intención de la Presidenta, como si lo era, y hay que marcar la diferencia, la de los fundamentalistas islámicos. Además, como cualquier acto de ese tipo sólo perjudicaría al Gobierno, no dudo que es lo último que desearía. Pero, usando su palabra, la crispación siembra tempestades.