Sin fotos ni estridencias, el Gobierno buscará responder a las demandas de la Iglesia en una suerte de operativo de contención. Con la ayuda de la Secretaría de Culto, en lo que refiere al aborto, y, sobre todo, del Ministerio de Desarrollo Social, en lo que refiere a los planes de empleo, que se reconvertirán, y a la relación con las organizaciones sociales.
En resumen, la Iglesia se queja por la inflación, ajuste de tarifas y ahora el aborto y los planes sociales.
En esta semanas fue la Conferencia Episcopal la que, con varios actores, comenzó a reprocharle al Gobierno por la situación social. El presidente del Episcopado, monseñor Oscar Ojea, les expresó a los funcionarios nacionales su temor a que se quiten los planes sociales. Eso expuso al vicejefe de Gabinete, Mario Quintana, y también a la ministra de Desarrollo Social, Carolina Stanley.
Ambos intentaron tranquilizarlo: le aseguraron que la reconversión de los planes Trabajar y Ellas Hacen no implicarán recortes. “No vamos en contra de los movimientos sociales ni en contra de los planes, no queremos que los intendentes usen los planes para que los beneficiarios limpien las calles como si fueran empleados municipales”, escuchó Ojea.
De hecho, Stanley prepara una reunión con el presidente del Episcopado y varios de sus laderos para los próximos días. Lo más probable es que no la dé a conocer y que siquiera haya una foto. La idea de la Casa Rosada es que la contención sea a puertas cerradas.
Stanley ha cultivado, con su habitual bajo perfil, una relación privilegiada con obispos clave, como Jorge Lozano (quien presidió la Pastoral Social hasta noviembre pasado) Jorge Ignacio García Cuerva (ordenado ayer como auxiliar de Lomas de Zamora) así como con los curas villeros, producto de sus años como ministra porteña.
De hecho, en su staff tiene como secretario de Niñez a Gabriel Castelli, quien estuvo más de diez años en Cáritas hasta que Quintana lo llevó a Desarrollo Social.
De todas formas, el operativo de contención también recala en el área de Culto. Es que la apertura de la discusión por el aborto que permitió el presidente Macri generó roces con la cúpula de la Iglesia. En esto trabaja desde la semana pasada el subsecretario Alfredo Adriani, bajos las órdenes del “obispo” Santiago de Estrada, secretario del área y quien mantiene un vínculo muy cercano al Papa desde que llegó al Arzobispado de Buenos Aires en los noventa.