Néstor Kirchner pasó la semana de mayor conflicto institucional entre el Gobierno y la oposición encerrado en Olivos. En cinco días, la Presidenta –su esposa– suspendió el viaje a China acusando de conspirador a su vicepresidente, Julio Cobos, y la Justicia falló en contra del Ejecutivo en el caso del Fondo del Bicentenario. Pero lo que asomó como una embestida desde el atril haciendo gala de kirchnerismo explícito no fue una movida aislada. Kirchner le repitó a cada uno de los que se le sentaron en frente esta semana que a partir de ahora todos los conflictos de gestión se resolverán profundizando el modelo...de confrontación. ¿Qué lectura hace Néstor? Que una buena parte de la opinión pública lo rechaza y con ella no hay retorno: por eso ordenó “ir por el bronce” muriendo con la suya.
El poder del kirchnerismo se diluye, y a medida que la lista de “traidores” aumenta y la de amigos decrece Kirchner se recuesta en los que siempre le fueron leales. Es así que, por ejemplo, encargó a Roberto Porcaro, el creador de aquel espacio Compromiso K, reflotar un entramado de radicales y vecinalistas aliados. También le solicitó que le allane el terreno para recorrer el país y consolidar su candidatura. Ya hay un acto definido para el 20 de febrero en Necochea, en el que estará Porcaro y también dirigentes locales.
Además apelará a un viejo recurso: armar estructuras partidarias paralelas en todos aquellos distritos –sobre todo en el Conurbano– donde haya síntomas de deslealtad.
El ranking lo encabezan Tigre y La Plata. El primero, conducido por el ex jefe de Gabinete Sergio Massa, el segundo por el vecinalista Pablo Bruera. Los dos han salido a desmarcarse del kirchnerismo, y hasta hicieron pintadas con un posible binomio para la gobernación de cara a 2011.
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