Con la mirada perdida en el horizonte, el ex presidente Eduardo Duhalde, de pie en la proa del yate de su amigo Antonio Arcuri, avanza hacia el mar. Significa el principio de una jornada de pesca en Punta del Este y quizá también la metáfora de la imagen que quiere construir: su vuelta a la política.
Es otro peronista más que descansa en la meca del exhibicionismo menemista. Come pescado, camina con su mujer, Chiche, por la playa y se entretiene en largas lecturas de libros que bajó a su iPad, desde donde también chequea su cuenta de Facebook y lee Twitter.
“Nos acostumbramos a convivir con la inseguridad, como si la seguridad no fuera de lo que hay que ocuparse”, dice a PERFIL en la primera entrevista que concede en este año electoral.
—¿Por qué decidió volver después de tanto tiempo?
—No hay dirigente que tenga más experiencia que yo. Y en segundo lugar porque quiero a mi país y sé cómo se sale fácilmente, pero el problema es que ellos (por los Kirchner) no saben.
—¿Por qué piensa que se lo vincula con la organización de las tomas y de los disturbios de los últimos días?
—Me convierten en padrino, en narcotraficante… qué voy a hacer.
—Muchas veces usted dijo que hay que ordenar el país. ¿Cómo se hace sin reprimir?
—Hay que ordenarlo y pacificarlo, no hay país que se maneje sin orden, no hay estupidez más grande que pensar que eso es de derecha, desestabilizador.
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