La “Ojota”, como se conoce coloquialmente al sector de la Secretaría de Inteligencia que se dedica a las escuchas telefónicas, no sería lo que espera el imaginario colectivo. Tampoco es lo que esperaba la Procuradora General de la Nación, Alejandra Gils Carbó, cuando su gente ingresó a las instalaciones.
La nueva AFI se encontró con un submundo de espías donde lo que abunda es la precariedad y las sospechas que obligaron a reformar casi por completo una de las áreas más delicadas de la “Ojota”: las intervenciones telefónicas de los secuestros extorsivos.
La jefa de los fiscales quedó la semana pasada semana a cargo de una de las funciones más sensibles que antes desempeñaba la exSIDE, ahora Agencia Federal de Inteligencia (AFI): intervenir teléfonos por orden judicial para tareas de inteligencia. Para eso, creó el área de Captación de Comunicaciones y nombró a la fiscal Cristina Caamaño a cargo. Lo primero que ordenó Caamaño fue comprar sillas para las personas que pasan horas escuchando las intervenciones telefónicas. Las antiguas estaban en un estado deplorable, confió a PERFIL un testigo de la visita a las instalaciones.
A pesar de los cambios en materia de inteligencia y del pedido de Gils Carbó ante el Congreso para deshacerse del personal que respondía a la ex SIDE, la mayoría de los espías de teléfonos conservarán sus puestos de trabajo, adelantaron a PERFIL en la Procuración. Pero los jefes de las áreas pasarán a responder a la Procuradora.
La excepción es el área de secuestros extorsivos. Estaba integrada por un grupo de marinos desde la era de Jaime Stiuso, ex jefe de los espías. Ya se decidió un cambio profundo en el sector ante sospechas de irregularidades en la intervención de teléfonos durante los secuestros. Se nombró a cinco miembros de cada una de las fuerzas de seguridad para realizar las escuchas en directo durante los secuestros. Así buscan que una sola fuerza no pueda monopolizar el área.
El fiscal federal Federico Delgado había advertido a su jefa a fines de mayo. Durante un caso, la fiscalía pidió intervenir un teléfono, pero la empresa Movistar tardó más de una hora. Eso costó tiros, persecuciones y una víctima que se tiró del auto. “En la ‘era de la comunicación’ se puso en riesgo toda la operación porque la opción trágica era perseguir a los perpetradores del secuestro o perderlos para siempre por no tener las líneas intervenidas a tiempo”, dijo el fiscal en un escrito. Los captores lograron escapar. La queja no es aislada y despertó sospechas sobre el equipo de la “Ojota”.
La mayoría de las encargadas de escuchar teléfonos son mujeres mayores. Hay personas que han pasado casi toda su carrera escuchando los teléfonos de la misma persona, en causas que tienen intervenciones durante más de diez años. Prácticamente conocen vida y obra de su espiado.
Los nuevos cerebros en materia de inteligencia del Gobierno son Oscar Parrilli, Juan Martín Mena y Marcelo Saín. Un detalle pasó desapercibido esta semana: al equipo se incorporó de manera transitoria el ex juez de la Corte Suprema, Eugenio Zaffaroni, según consta en el decreto que firmó CFK.
PERFIL reveló en su edición del sábado que la AFI, el Ejército y la Gendarmería estaban estudiando adquirir un avanzado y costoso software espía para teléfonos y computadoras, según surge del análisis de más de mil mails difundidos por WikiLeaks.