Cuando en la madrugada del martes pasado, el histórico sindicalista del Sindicato de Obreros Marítimos Unidos (SOMU), Omar “Caballo” Suárez fue detenido, el empresario marítimo Jorge Samarín lo vivió “con alegría”. El dueño de la agencia marítima Meridian fue el primero que lo denunció en 2012 por los mismos hechos que luego conformaron la megacausa por la que terminó preso. Eso le valió amenazas a él y a su familia del parte del gremialista que controló el negocio en torno a los buques y los puertos en los últimos 27 años.
En diálogo con PERFIL, Samarín reveló detalles del poder de Suárez y exhibió uno de los mensajes intimidatorios que recibió. Pero también se defendió de quienes lo acusan de haber hecho negocios con el propio Suárez y de ser el responsable de los sobrecostos en la importación de gas en la era K, como lo denunciaron recientemente en la Oficina Anticorrupción antes de quedarse con una licitación en la gestión actual.
—¿Cuándo y por qué usted denuncia a Omar Suárez?
—En el año 2012 denunciamos al Caballo Suárez, a José Vargas, a Rigoberto Suárez y al SOMU por obstrucción de la navegación a distintos buques que nosotros agenciábamos en el puerto de Bahía Blanca. Buscaban que las empresas marítimas se acercaran al gremio para solicitarles dinero a cambio de la tranquilidad de poder operar.
—¿Tuvieron contacto con él?
—A una semana de tener que ratificar la denuncia, Omar Suárez buscó hablar con nosotros y prometió no interferir con nuestra operación a cambio de que no ratificásemos la denuncia. No la ratificamos. Pero al año aproximadamente volvió con la misma metodología a intentar parar buques que agenciábamos y ahí formulamos otras denuncias que sí ratificamos por los mismos delitos.
—¿Era habitual?
—Era el modus operandi del gremio, como pasa con muchos gremios, este tipo de sindicalistas identificaba nichos de negocios en la actividad donde se desarrollaban y usaban el poder que tenían para extorsionar a las empresas y también entrar a las empresas y quedarse con el nicho de negocios en forma total o parcial. Suárez lo hacía con las empresas que hoy son de conocimiento público, como San Jorge Marítima, que fue la empresa fundamental para hacer las operaciones. En esa época el Caballo tenía un poder absoluto en el mercado, de las autoridades, de la Prefectura. Las autoridades literalmente no se metían. Sufrimos amenazas verbales y telefónicas.
—¿Cómo fueron?
—Recibimos llamadas telefónicas por parte de Rigoberto Suárez, el número dos del SOMU. No sólo hacia empleados sino hacia mis hijos, donde les decían que me dijeran a mí que pensara en la familia, que nos dejáramos de joder con lo que estábamos haciendo. Luego en 2012, en la segunda tanda de denuncias que realizamos, cerca del Día del Amigo, recibimos un mail del SOMU con un adjunto que decía Feliz Día del Amigo, y al abrirlo había una foto de una pintura que tiene un Caballo que le dice Feliz Día del Amigo a un perro muy chiquito. También hemos tomado conocimiento que gente que denunció con nosotros en aquél momento le han puesto herraduras en el picaporte de la casa.
—Por esos días, Cristina Kirchner tuvo dichos afectuosos hacia Suárez.
—Lo vivimos como la ratificación de lo que dije antes. Toda una estructura estatal que de forma directa bancaba la parada en el mercado. Le podés preguntar a cualquier empresa que haya tenido problemas de paros de tripulantes: nadie encontraba eco ni en el Ministerio de Trabajo, ni en Prefectura ni en Vías Navegables. Todo quedaba al arbitrio del Caballo Suárez y de su sindicato.
—¿Usted fue socio del Caballo Suárez o hizo negocios con él?
—Nosotros jamás hemos sido socios del Caballo. Por el contrario, lo hemos denunciado. Fuimos la primera empresa que lo denunció.
—Ahora Suárez está siendo investigado y lo detuvieron.
—Lo viví con mucha alegría. Representa una especie de bisagra. A medida que haya claridad sobre el Caballo vamos a estar más tranquilos. Hoy es muy fácil hablar, pero haber estado sentado con el Caballo Suárez en restoranes y que tuviera un revólver en la cartuchera no es para cualquiera y ha sido de temer. Esa fue nuestra experiencia.