POLITICA
Opinin

El caldero

Una vez más la política se está encargando de destruir las ilusiones de otra generación.

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Una vez más la política se está encargando de destruir las ilusiones de otra generación. Una vez más y sin el menor rubor, la vergonzosa clase política dirigente está dejando el terreno preparado para otra crisis. La pésima administración matrimonial está convirtiendo a la Argentina en un país cruzado por la crisis y sin perspectivas.

Mientras el resto del mundo y los países de la región aprovechan cada una de las oportunidades que se presentan, la Argentina las desperdicia. El gobierno ha entrado en una etapa sin retorno: una huida hacia delante para tratar de llegar a los comicios presidenciales con los menores sobresaltos. Y esto comienza a molestar en los principales escritorios de la city porteña: "No descartamos un adelantamiento de las elecciones, mantener las actuales condiciones costará mucho esfuerzo al gobierno y la inflación irá destruyendo todo", comentaba un importante hombre de negocios.

Es que los analistas, los empresarios y los inversores comienzan a ver con singular temor el ritmo de crecimiento que está adquiriendo el gasto público. "Este nivel de gasto es imposible de financiar", subraya todo el arco de analistas privados. Ese obstáculo de financiación terminará alimentando la espiral inflacionaria porque llevará al gobierno a saciar su sed de recursos con más emisión de dinero. Así, reza la liturgia oficialista.

Sin embargo, el gobierno continúa escondiendo la basura bajo la alfombra. A pesar de jactarse de su administración y hacer creer a la población que hay superávit fiscal, la Presidenta busca alejar la atención de la población del principal combustible inflacionario.
Con total impunidad, se anunció desde la Casa Rosada que hay superávit fiscal cuando la frialdad de los números demuestra que el saldo del sector público está en números rojos y que sólo merced a los aportes de los recursos de los jubilados y una cosmética contable proveniente del Banco Central, se puede hablar de superávit.

Aunque la réplica incesante de una mentira pueda dar lugar a una borrosa realidad, no por ello deja de ser mentira. Sin embargo, el festival montado por el kirchnerismo pretende seguir su marcha sustentado en un fenomenal clima internacional, absolutamente favorable. Una vez más la clase política mediocre, ignorante y displicente deja pasar una oportunidad histórica y cae presa de su propia impotencia. Nunca como antes hubo tanto ingreso de capitales y si bien es cierto que eso termina golpeando sobre el tipo de cambio, no es menos cierto que tampoco se está aprovechando el momento.

Pero detrás de la necesidad de comprar los dólares que ingresan se esconde la serpiente: emitir pesos para financiar el fenomenal gasto público. Se emiten más pesos que los necesarios y el BCRA no alcanza a absorber semenjantes excedentes monetarios. Por caso, en la última licitación de LEBAC y NOBAC, se recibieron ofertas por 5.000 millones de pesos y la autoridad monetaria apenas pudo adquirir la cuarta parte.

Esta expansión de los agregados monetarios genera un doble problema: el primero, queda dinero dando vueltas en el mercado agravando el impacto sobre los precios, y el segundo, aumentan peligrosamente los pasivos del Banco Central, a un ritmo superior que los activos, jaqueando el patrimonio neto de la entidad y generando a la larga un déficit cuasi fiscal.

Para colmo, el gobierno trabaja con una hipótesis de tipo de cambio para 2011 de un dólar a 4,15 pesos, lo que revela una notable rigidez de esa variable respecto de la inflación y que traerá otros problemas adicionales sobre la actividad y el empleo. Dicho de otro modo, el gobierno invita a su banquete 2011 con un menú basado en más gasto público, más emisión monetaria, más inflación y dólar semi freezado, todo ello cocido en un caldero que levanta temperatura a medida que se aproximan las elecciones.

Tal vez la miope visión cortoplacista de algunos sectores no permita ver este problema y prefieran seguir disfrutando el festival kirchnerista. Pero el veneno de la serpiente inflacionaria terminará convirtiendo este banquete en un funeral a menos que la dirigencia política despierte del profundo sueño de este comienzo de siglo. Antes de que sea demasiado tarde.

 

(*) Agencia DYN