Empujado por la fatídica circunstancia del amigo muerto, Carlos Zannini, custodio de la firma presidencial y guardián ideológico de proyecto K, abandonó el detrás de escena para patrocinar y ser la cara visible de la pata progresista. Convertido en el delegado del poder ante organizaciones sociales, agrupaciones de izquierda y líberos, en las últimas dos semanas fue orador en tres actividades públicas, inédito en su estilo.
“Está obligado a duplicar su esfuerzo”, explicó a PERFIL un kirchenrista que lo conoce. Deberá mechar su estratégico cargo de secretario Legal y Técnico, que ocupa desde 2003, con su rol de articulador del kirchnerismo “puro” y de proveedor ideológico del Gobierno.
Una imagen del jueves pasado ilustra ese doble propósito: cerca de las nueve de la noche, apenas terminó su discurso en el primer encuentro de la Corriente Nacional por la Militancia, atendió en su celular una llamada de la Casa Rosada. No pudo participar del final del acto: Cristina Fernández lo necesitaba para revisar el texto del decreto que convocó a sesiones ordinarias en el Senado.
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