El padre Francisco Jalics encarna, sin quererlo, un testimonio clave que, para un sector del kirchnerismo, podría comprometer al papa Francisco. Durante la dictadura fue secuestrado mientras realizaba trabajos sociales en una villa del Bajo Flores y desde hace años, el oficialismo acusa a Jorge Bergoglio de no haberlo protegido y de posibilitar su secuestro y el de Orlando Yorio, otro padre que murió de causas naturales en 2000.
Desde 1978 Jalics se radicó en Alemania, desde donde administra una mansión en medio del bosque donde practica y promueve “ejercicios contemplativos”. Ayer trascendió una carta que publicó la orden jesuita alemana donde aseguró que “está reconciliado con aquellos sucesos”, “en paz” con el papa Francisco y que “ese hecho está concluido”.
“No puedo tomar ninguna posición sobre el rol de Jorge Bergoglio”, confesó en relación al papel de la Iglesia durante la dictadura y recordó que hace unos años se abrazó con “solemnidad” con Bergoglio.
Su testimonio es importante: durante el avance de la investigación de la causa ESMA, Jalics no quiso venir al país a declarar. Desde su casa alemana apenas contesta el teléfono, se mantiene en total clausura y sólo responde algunos correos electrónicos a órdenes jusuitas que lo contactan.
Después de haber sido secuestrado y detenido ilegalmente en la ESMA, fue liberado. Abandonó el país y pasó varios años recorriendo retiros de la orden jesuita en Alemania hasta que ayudó a fundar la Casa Gries –en la localidad de Wilhelmsthal–, donde realiza prácticas de meditación cristiana y jornadas de “espiritualidad contemplativa” con visitantes de toda Alemania.
Nació en 1927 en Budapest, creció en la granja de sus padres donde aprendió a admirar la tranquilidad de la naturaleza, algo que lo marcó para siempre y sobre de lo que todavía da cátedra: sus próximos ejercicios comienzan a partir del 10 de mayo, en su casa alemana, rodeada de un espeso bosque que en invierno se cubre de nieve.
Thomas Busch, vocero de la comunidad jesuita alemana, aseguró ayer que Jalics no hablará del papa hasta que regrese a su casa, mientras tanto se refugia en Hungría, donde nació y de donde nunca quiso alejarse demasiado.