"Al principio me dolió, me dio bronca y tristeza no llevar la bandera. Tenía esperanzas de ser elegido porque ya son seis Juegos Olímpicos y los deportistas amateurs estamos 365 días al año pensando en esta competencia. Hubiera sido lo máximo". Con esas palabras el hombre de oro de la Argentina, Juan Curuchet, describió al canal TyC Sports la bronca y el dolor que le causó no ser elegido como abanderado argentino para la ceremonia de apertura de Beijing 2008, lugar que ocupó Emanuel Ginóbili.
En efecto, la extensa y rica trayectoria del ciclista marplatense ameritaba que sea el elegido. Sus cinco juegos olímpicos (seis incluyendo éste en China) no consecutivos desde Los Ángeles 1984 y su hidalguía de seguir participando aún sin haber ganado medallas hasta hoy era lo que lo hacía esperanzarse de llevar la bandera, hecho que no ocurrió debido a que el Comite Olímpico Argentina se volcó por "Manu", estrella de la NBA, un primerísimo primer plano asegurado para mostrar el país al mundo en la ceremonia de apertura.
El 5 de agosto, Curuchet dejó ver su desilusión, esa espina clavada que hoy ya no importa, debido a que tras el oro de seguro no sólo el COA se acercará a él para ensalsarlo en su victoria, sino también el poder de turno aprovechará la oportunidad para recibirlo en la Casa Rosada y sacarse una foto con el campeón y su compañero, Walter Pérez. "Es muy difícil opinar cuando el elegido es Ginóbili, u na persona tan buena y uno de los mejores deportistas del país", opinó entonces.
Claro está que la ceremonia de Cristina Kirchner no hubiera sido la misma sin "Manu" como abanderado, pero por el espíritu amateur de los Juegos Olímpicos, Juan Curuchet, hoy catapultado a la categoría de héroe deportivo, habría sido un abanderado más que representativo, aunque no tan mediático.