Tras su renuncia, Alberto Fernández mira el día a día con mejor cara. Lejos quedó el tiempo en el que era el funcionario más gastado, quemado y demacrado de la administración CFK. Es más, a sólo 20 días de haber dejado el gobierno, parece estar en carrera para reunir fuerzas que apunten a un nuevo proyecto político. Fue con ese objetivo que había invitado a cenar con medio Gabinete nacional para debatir temas a futuro.
El poder de convocatoria que Alberto Fernández. tuviera en la frustrada cena, hubiera resultado definitorio para los planes del ex jefe de Gabinete. Es más, trascendió que Alberto solicitó a dos consultoras medir su imágen tras la renuncia y los resultados le dibujaron una sonrisa: su decisión de renunciar fue evaluada de manera positiva por la clase media.
Según informaba el diario Crítica de la Argentina, a su mesa en "El viejo almacén" se sentarían los ministros de Justicia y Seguridad, Aníbal Fernández; de Trabajo, Carlos Tomada; de Salud, Graciela Ocaña; de Economía, Carlos Fernández; de Defensa, Nilda Garré; y los ex ministros Daniel Filmus (Educación) y Alberto Iribarne (Justicia). En veremos estaban las presencias de los secretarios de Medios, Enrique "Pepe" Albustir, cuyo puesto pende de un hilo, y Juan Manuel Abal Medina, que ya olvidó a Fernández y hoy es un convencido "Massista".
Durante su estadía de cinco años en la jefatura de Gabinete, Alberto Fernández supo extender sus tentáculos de poder en toda la estructura del gobierno nacional. Por eso no resulta extraño que la cena la organicen Ocaña; el titular de la AFIP, Claudio Moroni; el subsecretario de la Jefatura, Claudio Ferreño; y el superintendente de Servicios de Salud, Héctor Capaccioli, un íntimo de Alberto.
"Será una cena de camaradería", afirmaban desde el entorno del porteño. Sin embargo, se presenta como una prueba de fuego para los hombres del riñon albertista que quedaron huérfanos tras la salida de su hombre de referencia. Más allá de los trascendidos, una cosa parecía segura: sería una comida que le caerá pesada al matrimonio presidencial, aunque no participen de la mesa. Y viendo como venía la mano, Alberto prefirió esperar que la situación sea más propicia.