El Gobierno mantiene firme su hoja de ruta: no tiene previstos cambios de gabinete, comunicacionales ni de rumbo económico. Ni siquiera abandonará el speech sobre la pesada herencia, recurso nunca archivado del todo desde el momento de su asunción. Al contrario, tras una sucesión de paros, marchas y protestas en su contra, con la economía todavía fría y la campaña electoral a la vuelta de la esquina, el macrismo apuesta por el argumento binario de “nosotros o el pasado”. Si bien en Casa Rosada relativizan que la polarización vaya a ser el principal eje de campaña, anticipan que Mauricio Macri profundizará el tono de su discurso de apertura de sesiones: desafiante y de contraste pleno con el kirchnerismo.
“Hay un debate de fondo que es entre una Argentina que quiere cambiar y otra que no quiere cambiar”, resumió Marcos Peña días atrás en TN. Bajo ese paraguas conceptual, el Gobierno interpreta (en su favor) casi todas las noticias y eventos de la actualidad política y social. Así, Macri convirtió en virtud el reciente informe del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina, según el cual un millón y medio de personas pasaron a ser pobres en los primeros nueve meses de 2016. “Hemos sincerado lo que pasaba, dejamos de ocultar nuestros problemas, empezando por el altísimo nivel de pobreza”, afirmó el Presidente el viernes ante un grupo de chacareros en la ExpoAgro 2017 de la ciudad bonaerense de San Nicolás.
También el acto de la CGT y hasta los paros docentes son leídos en clave pasado (kirchnerista) versus futuro (Cambiemos). “No salieron a protestar en los últimos cuatro años de no crecimiento, alta inflación, saqueo de las arcas públicas”, desafió Peña a los dirigentes de la central sindical. Pese a que existe una relación (pragmática) entre el Gobierno y la conducción de la CGT, en Casa Rosada se festejó como un gol propio la imagen de los manotazos y empujones entre los sectores gremiales acuerdistas y los que pretendían definir un paro inminente.
“Todas esas movidas salieron mucho mejor de lo esperado. Hicieron que la gente se acordara y siguiera apoyándonos”, concluye un funcionario que tiene oficina con vista a Plaza de Mayo.
Sobre los cuatro días de paro nacional docente anunciados para el 15, 16, 21 y 22 de marzo, Peña redujo el conflicto a una mera “especulación político-electoral”. Esa lectura cumple una doble función: es autocomplaciente hacia adentro e intenta hacer fortaleza de la situación de debilidad relativa del oficialismo. Porque Cambiemos no cuenta con mayorías en el Congreso y enfrenta un clima de malestar en ascenso. Por esa vía, el Gobierno refuerza su convicción en el camino económico elegido.
El propio Peña volvió a aparecer ayer en los medios para dejar sentada la postura comunicacional del Gobierno. Podrá haber protestas de todo tipo, “pero en el cambio no hay vuelta atrás”, expresó el hombre que define las líneas argumentativas de Cambiemos. Y dijo que no están pensando “en un recorte de ministerios”.
Más gradualismo. Los únicos matices incorporados al rumbo central fueron: cierta dosificación en los tiempos de los aumentos de tarifas (en concreto, diferir algunas subas hasta después de las elecciones), más el anuncio de un par de medidas orientadas a compensar el deterioro social.
Un día después de la difusión del informe de la UCA, Macri reglamentó una ley (sancionada en diciembre) que habilita 30 mil millones de pesos para distribuir entre los trabajadores informales. En adelante, el Ministerio de Desarrollo Social y las organizaciones piqueteras se sentarán a negociar la letra chica del reparto. Ese acuerdo con la CTEP, Barrios de Pie y la Corriente Clasista y Combativa apunta a un beneficio indirecto: mantener cierto orden callejero, justo al final de una semana repleta de marchas críticas hacia el macrismo (algo que se repetirá esta semana con una jornada de protesta de los movimientos sociales el miércoles). Y ayer el Presidente se pegó a María Eugenia Vidal, en el partido bonaerense de San Miguel, para relanzar el plan Procrear.
Los ideólogos de la comunicación macrista afirman que todavía no hay definiciones orgánicas sobre cuál será el eje de campaña de Cambiemos. Y aclaran que el duro e inusualmente largo discurso de Macri en el acto de apertura de sesiones ordinarias no fue pensado con el único objetivo de rivalizar con el kirchnerismo. Pero a su vez admiten que en varios ítems, como energía o corrupción, resulta (y resultará) “imposible no comparar con el pasado”.
En la reunión del consejo directivo nacional del PRO, realizada el viernes último en el Club Sirio Libanés de Saavedra, la primera plana macrista (Peña, Vidal y Horacio Rodríguez Larreta incluidos) volvió a hacer foco en el “cambio”. Con más de un ojo puesto en las legislativas, ésa es la idea-eslogan preferida del gobierno.