En medio de las tensiones que existen entre Cuba y la Argentina por Hilda Molina, en Buenos Aires Roberto Cruz Cruz muestra su pasaporte cubano, donde se lee: diez días de autorización para permanecer en el exterior. “Y miren, el número de mi pasaporte es distinto en la primera hoja respecto de la segunda”, advierte a PERFIL este cubano de 39 años, licenciado en Enfermería. “Esto lo imprimen con error a propósito, para que cuando un cubano en el exterior pida refugio, las autoridades extranjeras duden de la validez del documento y le bloqueen la solicitud.”
La historia es moneda corriente. Profesionales cubanos de la salud que aprovechan las misiones oficiales en el exterior para no regresar a Cuba. Es lo que hizo Roberto, a quien en enero el Estado argentino reconoció como refugiado y le otorgó residencia temporaria en el país.
“Deserté de la Revolución. Vivir en Cuba es como estar en el ejército. Para ellos, permanecer en el exterior más de la cuenta es desertar. Por eso, en caso de volver, yo iría preso, me quitarían el título y me prohibirían de por vida ejercer mi profesión”, relata el cubano desde su casa en Flores.