Los cañones de la Casa Rosada apuntaron otra vez hacia el búnker de Villa La Ñata, el hogar del gobernador bonaerense, Daniel Scioli, después de que transcendiera que había mantenido en secreto un encuentro con el ex vicepresidente Julio Cobos, considerado por el kirchnerismo como un traidor.
El que encendió la mecha de los cañones fue el ministro de Planificación, Julio De Vido. Le exigió a Scioli que blanqueara si la reunión con Cobos había sido para estudiar cómo profundizar el modelo K o para analizar cómo destruirlo.
Desde hace dos meses, Cristina Kirchner envía emisarios para forzar al mandatario a definirse como ultrakirchnerista, bajo la amenaza de que, si no lo hace, será confinado a gobernar sin ninguna asistencia financiera de la nación.