La charla que brindaba el jefe de la CGT, Hugo Moyano, en la Universidad de Belgrano corría en torno a temas de actualidad. Sin embargo una pregunta lo descolocó: "¿Cuál fue el peor momento de su carrera?". Moyano no esquivó el disparo y fue tajante. Se refirió a una causa de drogas en 1989 en la cual terminó preso por 48 horas: "Tata Yofre me hizo la joda esa", dijo. En esa época Juan Bautista “Tata” Yofre era jefe de la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE) de Carlos Menem.
La historia la develan Emilia Delfino y Mariano Martín en su libro El hombre del Camión:
Según cuenta uno de los pocos sindicalistas que frecuentaban a María Romilda Servini de Cubría, él pensó que a la jueza –o la “Chuchi” para sus colegas– no le iba a quedar otra que cagar a Moyano. Entre sus conocidos estaba Oscar Lescano, de Luz y Fuerza, que para 1989 alternaba la Secretaría General de la CGT con otros cuatro dirigentes, producto de uno de los tantos acuerdos entre sectores internos para unificar la central obrera. Sorprendido por el aviso, Lescano atinó a decir que no conocía bien al Negro pero sí a Ricardo Pérez. Corporativo al fin, se comprometió a transmitir el recado. La advertencia de la Chuchi se refería a una causa por tenencia de cocaína contra Moyano que había caído en su juzgado. La jueza ponía sobre aviso del inminente procesamiento del dirigente que aspiraba a liderar a los camioneros de todo el país.
Miguel Angel Zitto Soria era un abogado penalista, de los tantos que pululaban por el edificio de Tribunales, con un plus que le daba una ventaja respecto de sus colegas cuando moría la década de 1980: era un militante del PJ. Tenía un estudio en Lavalle y Montevideo, hasta que la varita menemista lo tocó. A instancias de los senadores Vicente Saadi y Julio Amoedo se lo ubicó en un juzgado federal vacante, el de Mercedes. Entusiasmado, Zitto Soria trasladó a su familia a esa localidad bonaerense y se puso a ordenar la pila de expedientes que encontró en su despacho.
Un día a fines de 1989, cuando todavía no se había acostumbrado al ritmo cansino del pueblo, habría recibido un llamado que lo llenó de excitación. Una fuente muy cercana al fallecido juez Zitto Soria confirma la existencia de esta comunicación, en la que Juan Bautista “Tata” Yofre, primer jefe de la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE) de Carlos Menem, le habría contado que un tipo del sindicato de camioneros andaba en la pesada y guardaba la merca en la oficina del gremio en Capital. Zitto Soria quiso desentenderse del asunto, pero Yofre habría insistido diciéndole que si mandaba un exhorto, la Chuchi lo gestionaba, y él se convertía en Gardel. Esta versión fue absolutamente desmentida por Yofre.
Hacía pocos meses que Menem había asumido la presidencia y la sociedad ya tenía claro que el rumbo prometido en la campaña electoral había quedado muy atrás. Al Gobierno le servía desviar la atención de la inflación y el dólar, que no lograban detener su alza. Y nada mejor que apuntar contra un sindicalista poco conocido pero con su estrella en ascenso, integrante de los grupos más refractarios al menemismo. El sindicalismo siempre fue un objeto codiciado por el periodismo de alto impacto, y más cuando todavía estaba fresca en la mente de los argentinos la denuncia de Alfonsín acerca de un “pacto militar-sindical”.
El verano estaba cerca y hacía estragos en las oficinas porteñas. Ese 14 de noviembre, a eso de las cinco de la tarde, los dirigentes hablaban en tono pausado, abombados por el calor. La charla fue interrumpida por la secretaria de Moyano, que entró a la oficina con la cara blanca como un papel para avisarle a Hugo:
—Vino un juez y dice que tiene una orden de allanamiento.
“Yo tenía una oficinita donde ahora están los consultorios externos de la obra social. Pensé que venían a buscar armas, por la fama que tenemos”, recuerda Hugo.
La puerta entreabierta dejó ver al magistrado, acompañado por una decena de policías que exhibían sus armas. Parecía un copamiento. El juez entró sin pedir permiso y sólo anunció que iba a encabezar el allanamiento. Los hombres de azul se desplegaron por la oficina y comenzaron a revolver todos los rincones. Los minutos pasaban y la tensión crecía, hasta que el magistrado pidió un teléfono. Los presentes apenas pudieron escuchar el murmullo del juez, que inmediatamente después de colgar el teléfono miró a los efectivos y señaló:
—Busquen acá.
La cajonera del escritorio de Moyano salió eyectada hacia fuera, y de ella, a la vista, blanca y radiante, surgió una bolsa plástica cerrada con cinta negra.
—Van a tener que acompañarme —dijo Zitto Soria en un tono grave que apenas disimulaba su excitación.
Qué pasó después. Moyano y Mariani fueron a parar a una pequeña celda en Mercedes. Sin embargo, nadie bancó al juez. Una delegación de diputados provinciales lo esperó en su despacho, encabezados por Osvaldo Mércuri y Jorge Rampoldi, le exigieron ver a los encarcelados. Zitto Sora se asustó. Fue a ver a Menem, quien le dijo "hacé lo que tengas que hacer". El juez supo que estaba en aprietos. Al día siguiente dejó en libertad a Mariani y 24 horas más tarde a Moyano.
Hoy, el jefe sindical está seguro que "la cama" se la hizo el propio Yofre. Perfil.com habló con el ex número 1 de la SIDE, que sólo respondió con insultos. "Ustedes me quieren hacer la gran (Jorge) Rial, pero no van a poder. Le sacan una pregunta a Moyano y esperan que responda. No les voy a hacer el juego, porque son unos grandísimos hijos de puta", dijo y cortó.
Sin embargo, este portal no le consultó a Moyano sobre el peor momento de su carrera, sino un estudiante de la Universidad de Belgrano en una ronda de preguntas dedicada. Incluso en la conferencia de prensa en la que el líder camionero anunció el freno al paro tras el exhorto suizo -frenado ahora en Cancillería-, también mencionó sin que nadie le preguntara nada. El jefe de la CGT no se olvida del ex SIDE.