El oficialismo destinó un promedio de 8 millones de pesos a la instalación de los tres pre candidatos a la Jefatura de Gobierno porteña. Los mayores gastos se consumieron en afiches, actos y encuestas. El objetivo del trío era conseguir la bendición de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner. La indefinición de la jefa de Estado –que se estiró hasta el límite del plazo legal– los obligó a invertir mucho dinero para posicionarse.
El desembolso no se justifica si se tiene en cuenta que ni siquiera se trató de una interna partidaria: el fin era levantar la imagen para congraciarse con la Casa Rosada. El despliegue del kirchnerismo llega al límite de lo que se puede gastar en toda la campaña a jefe de Gobierno. Y la campaña no empezó.
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