POLITICA
la ex ministra de seguridad de cordoba

“El llamado narcoescándalo influyó en la protesta policial”, dice Monteoliva

Renunció tras los acuartelamientos y los saqueos en la provincia que detonó el caos en casi todo el país. Cuenta en detalle como vivó la noche fatal y señala a los responsables.

Especialista. Alejandra Monteoliva, La ex minsitra de Seguridad de Córdoba es consultora internacional en seguridad.
| Nicolas Papa

Desde Córdoba
En los últimos cuatro meses Córdoba se vio conmovida por dos sucesos que quedarán marcados en la historia. Por un lado las denuncias que vinculaban a policías con el narcotráfico, y por el otro los saqueos que tuvieron en vilo a la capital provincial. Alejandra Monteoliva ocupó un lugar protagónico en ambos. Esta politóloga formada en Colombia, asumió como Ministra de Seguridad cuando el llamado “narcoescándalo” le costó el puesto a Alejo Paredes, hombre de estrecha confianza del gobernador. Sólo 78 días después debió renunciar a su cargo mientras la ciudad intentaba retomar la calma luego de haber sido “arrasada” por vándalos durante la noche del 3 y la mañana del 4 de diciembre tras un acuartelamiento policial. En la comodidad de su hogar, desde donde se ve la Casa de Gobierno Monteoliva recibió a PERFIL, analizó el mandato que le tocó vivir.
— ¿Usted cree que era la persona indicada para asumir como Ministra de Seguridad en un momento tan complicado?
— Si, porque mi apuesta era garantizar la continuidad de las políticas de seguridad. Veníamos dando los primeros pasos y tenía mi plan a diciembre 2015 para que el que me reelevara pudiera seguir esos lineamientos, por eso asumí y aún sigo en contacto con funcionarios del área.
— ¿Pudo hacer algo de todo lo planeado?
— Busqué darle continuidad a todo. Pero nos tocaron dos meses durísimos, con problemas muy graves. Yo digo que en ese poco tiempo nos tocaron las 7 Plagas de Egipto, todas juntas.
— ¿Cree que se pudo anticipar la situaciónible se vivió por los saqueos?
— Todo arranca el 28 de noviembre con el reclamo de las mujeres policías. En la jefatura las atendieron dos veces y el lunes 2, las recibí yo. Ellas traían un conjunto de peticiones que no eran claras, y siempre quedaba un punto pendiente que era el incremento del básico. Era algo que yo no podía resolver porque me excedía y se iba a definir con las paritarias. Había varios grupos de mujeres, pero uno de los que vino a mi despacho presento 5 puntos y yo les resolvía 4. Eso fue el lunes al mediodía en que les mostré que había firmado el incremento del 52% de los adicionales, y ellas se fueron muy contentas por lo que habían logrado y dijeron: “Desactivemos todo nos dieron lo que queríamos”. Incluso cuando todo se arregla y se firman los convenios, fue lo mismo que habíamos acordado en las primeras reuniones
— ¿El gobernador se va de viaje a Colombia con este panorama?
Se va con un panorama resuelto. Hasta habíamos hablado del bono. El gobernador se va a las 12 de la noche de viaje, y media hora después mientras está en vuelo nos avisan que en el CAP 4 se acuartelaban.
— ¿Ahí cambió la situación?
— Empezó a crecer. Con el ministro de Gobierno Oscar González buscamos dialogar pero no encontrábamos con quien hablar. Nos enteramos de las peticiones por los medios. Empezamos a dar respuestas, incluso el abogado de ellos les decía: “Firmen, es bueno lo que le están ofreciendo, es atractivo”. Hubo una intención de dilatar. Sólo pedían que venga el gobernador.
— ¿Quién le avisa a De la Sota, los hechos que ocurrían en Córdoba?
— El ministro González se lo dijo apenas aterrizó en Panamá. Se evaluó hasta alquilar un avión privado, pero finalmente vino por la aerolínea comercial. Sin embargo se le estuvo avisando todo lo que ocurría.
— ¿Cuándo se enteran del primer saqueo?
— Tras la reunión en casa de Gobierno, a las 15 hs. Decidimos reforzar la seguridad de los supermercados con 150 móviles que quedaban. En una situación normal con esa cantidad de móviles era manejable.
— ¿En qué momento se descontrola la situación?
— Tras los primeros saqueos. La cantidad de motos en la calle, el enorme número de gente en la calle fue impensado. Armamos un comité de crisis y distribuíamos los recursos con lo que podíamos.
— ¿Llamaron a la Nación?
— A partir de las 19 hs. intentamos llamar a todos los funcionarios nacionales desde nuestros celulares para que envíen a Gendarmería, pero nadie nos atendió. Buscamos comunicarnos con gente de Seguridad, con Capitanich, a la Casa Rosada y a la quinta de Olivos. Hasta llamamos a un canal de televisión donde Berni era entrevistado hablando de Córdoba. jamás nos atendieron ni devolvieron las llamadas.

— De la Sota arriba a la una de la mañana. ¿Usted lo puso al tanto?
— Si, en detalle junto con el Ministro de Gobierno. Le conté de todas las propuestas que hicimos y a partir de ahí él tomó el liderazgo de la situación. Durante toda la noche hicimos propuestas pero sólo recibimos negativas.
— ¿En qué cree que falló?
— No manejamos suficiente información para anticipar lo que podía desencadenarse. No tuvimos los mismos interlocutores y eso fue complicado. Hice todo lo que estaba a mi alcance. Me faltó salir a mí con el chaleco, el resto, estaba en la calle.
— ¿Cree que los saqueos fueron organizados?
— Fueron hordas de vándalos organizadas, con gente que rompía y otra que saqueaba. En la semana posterior los vecinos me contaban que esa noche les golpeaban la puerta de sus casas para salir a robar. Hubo actores políticos involucrados y la policía tuvo intención manifiesta de pasar la noche acuartelada. El primer saqueo fue cerquita de la protesta.
— ¿El llamado narcoescándalo influyó en la protesta policial?
— Si por supuesto y nadie lo dice. Uno de los pedidos de las mujeres era que los medios dejaran de llamar narcopolicía a la fuerza. Venía con un clima de mucha molestia. Había mujeres que tenían carteles aclarando que no todos eran corruptos. Narcoescándalo es un término muy fuerte cuando sólo hay policías sospechados, y lo dice alguien que trabajó 18 años en Colombia.
— ¿Por qué renunció?
—Es muy de argentinos querer ver rodar cabezas. Y entendí que yo debía hacerme cargo y pagar el costo político de lo ocurrido