El procedimiento de Gendarmería que acaba de ocurrir en Gualeguaychú para detener a Alfredo De Angeli, lejos de mostrar fortaleza del gobierno de Cristina Kirchner pone en evidencia su debilidad. Si De Angeli y sus seguidores estaban al margen de la ley desde el inicio del conflicto, el uso de la fuerza para desalojar la ruta el día 96 del conflicto campo-Gobierno es la muestra más contundente de la impericia oficial.
Primero, se negó a negociar mientras los ruralistas estaban en paro. Luego, decretada la tregua, los enviados oficiales volvieron a hacer fracasar una y otra vez la mesa de diálogo.
Sin contar, claro, los innumerables ensayos por "convencer" a los simpatizantes del campo. Entre ellos hubo de todo, desde la fuerza a intentos racionales. Primero, fue la brutalidad de Luis D'Elía como amenaza a cualquier movilización de los simpatizantes del campo. Luego, en el último esfuerzo político de la Presidenta, dio por decretado el triunfo oficial en la Casa de Gobierno, cuando el lunes pasado detalló a qué rubros sociales irían las retenciones retenidas a los productores de soja. Pero todo fracasó. Los manifestantes copiaron lo peor del estilo Kirchner
Es en estos momentos, cuando sería necesario que diputados, gobernadores de cualquier pelaje o ministros con un poco de olfato traten de hacer entender a Kirchner y su esposa, la Presidenta, que la Argentina no se puede gobernar como si fuera Santa Cruz. Es necesario que sea ahora. Este fin de semana. Esta misma tarde. Todo puede ser muy grave si no se deskirchneriza el conflicto del campo. Deberían entender todos, ruralistas y campo, que un paso atrás puede ser un gran avance. Mucho más que cualquier bravuconada que nos mande al abismo.
*Editor general de Perfil.com