El Operativo Centinela tuvo esta semana un debut casi cinematográfico. La puesta en escena de la que participaron cientos de gendarmes contó hasta con las cámaras de Al-Jazeera, la cadena de noticias de origen árabe. Fuera de plano quedaron las imágenes de las quejas de los vecinos reclamando seguridad, la improvisada coordinación con los policías de la provincia de Buenos Aires y el malhumor de algunos intendentes.
La Esperanza es el nombre del barrio donde se realizó el primer despliegue fílmico del plan que diseñó el Gobierno para bajar los índices de delitos y el termómetro de la sensación de inseguridad. Está ubicado en Virrey del Pino, en el partido bonaerense de La Matanza, y hasta allí se trasladó el jueves pasado la ministra de Seguridad, Nilda Garré, para hacer una “visita de control”.
Vestida con un elegante tailleur-pantalón rojo, Garré bajó pasadas las 15 del helicóptero de Gendarmería. Un enjambre de periodistas, la mayoría de medios alineados al Gobierno, la esperaban con ansiedad. “Ya están en función los 6 mil efectivos del Operativo Centinela”, fueron las primeras palabras de la funcionaria.
Tres horas antes de la llegada de la ministra, y a dos de los primeros camarográfos, los vecinos miraban asustados el inusual despliegue de gendarmes. Hasta llegó de apuro una retroexcavadora para limpiar la zona y sacar un montículo de escombros en “la base” Virrey del Pino, donde se encuentra apostado un pelotón de Gendarmería desde hace unos años.
Cuando llegaron las cámaras, hasta apareció un perro entrenado por la fuerza para detectar drogas a través de su fino olfato. Instalar un cerrado control vehicular fue cuestión de minutos. Más rezagados, casi sobre la hora, llegaron los policías de la Bonaerense que también instalaron sus controles sobre la Ruta 3, pero al frente de las “aceitunas”, como se llama a los gendarmes en la jerga de las fuerzas de seguridad.
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