El kirchnerismo se quiere quedar a vivir en el poder. Está en su esencia, la del peronismo, y es parte de su historia. Nadie puede dudarlo. Lo que discute hoy el campamento que merodea en torno de Cristina Fernández es qué tipo de mecanismo le garantiza al proyecto que irrumpió en el 2003 seguir gobernando incluso más allá del 2015. Eso es lo que desvive a los miembros del elenco oficial que ya no confían en Daniel Scioli.
Sin recambio. La oposición está convencida de que existe un plan de Cristina para perpetuarse y los pingüinos intentarán hacer en el poder central lo mismo que Kirchner cuando fue gobernador de Santa Cruz: forzar la reelección sin fin a través de reformas constitucionales y plebiscitos. Lo mismo que Carlos Menem pretendió a nivel nacional.
“Kirchner está muerto y, cuando llegó a la Nación, también hizo cosas opuestas a las que había hecho en el Sur. Ahora la que decide es ella”, replica un ministro. La fantasía original del ex presidente era la de una alternancia con su esposa que se prolongara por un período de 16 años. Pero eso ya no será.
“El sistema parlamentario, donde la figura del primer ministro que surge de un consenso es clave, no habilita de por sí la reelección indefinida, aunque existen casos como el de Francia con esas características”, precisa a NOTICIAS el constitucionalista Félix Loñ.
El promotor principal de un giro institucional de ese tipo es, desde hace dos décadas, el ministro de la Corte Suprema, Eugenio Zaffaroni –hoy muy cercano al gobierno nacional– que sin embargo se opuso fuertemente a la manía reeleccionista de Kirchner en Santa Cruz.
Cerca del reconocido penalista, admiten en voz baja que el oficialismo ha sido hasta ahora el menos proclive a escuchar sus opiniones en ese tema. Eduardo Duhalde y Ricardo Gil Lavedra expresaron acuerdo con la propuesta. Cuanto más cerca del poder, más lejos del parlamentarismo. Y viceversa.
TESTAMENTO K. En el kirchnerismo, hay quienes sostienen que un sistema a la europea quedaría como rehén de la presión de las corporaciones. Pero un incondicional del ex presidente que lo visitó con frecuencia hasta sus últimos días asegura que, en el último tiempo, había cambiado de parecer.
Después de la crisis del campo, sostenía que un sistema parlamentario hubiera evitado tensiones extremas entre distintas fuerzas porque necesita de una convivencia armónica.