“Lo conozco desde que nunca fue portero”, ironiza un funcionario kirchnerista. Y no es el único que duda sobre el pasado laboral de Santa María. “Será porque nunca me vieron trabajando que dicen eso. Yo le hice suplencias a mi papá y en 1985, seis meses antes de que ganáramos el gremio, empecé a trabajar en un edificio en Miró y Rivadavia”, responde a Perfil el sindicalista ante las suspicacias. Acota que además estuvo en el barrio de Mataderos, en la calle Ulrico Schmidl, aunque aclara que eran puestos que no incluían vivienda.
Imperio Suterh. “Yo nací en la portería”. Así comienza a hablar de su infancia Santa María, con el recuerdo del edificio en la calle Basabilvaso en donde vivía junto a su papá –en ese momento encargado raso–, su mamá –que aportaba a la economía familiar limpiando departamentos– y su hermana.
Los cuatro compartían una habitación en el primer subsuelo, justo arriba de la caldera del complejo en pleno Barrio Norte. De esos días, cuenta, nació la idea de Pepe de generar espacios de recreación para los hijos de los encargados y la de él mismo de conseguir viviendas más amplias.