Lejos quedaron las tres cadenas nacionales en una misma semana, y días consecutivos, de 2012. Las múltiples inauguraciones por teleconferencia para garantizar su presencia en varios lugares al mismo tiempo, también son cosa del pasado. En los últimos tres meses, en cambio, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner permutó días de recuperación médica con vacaciones, y lleva semanas de llamativo silencio en la escena pública.
La ausencia de la voz de mando en más de 90 días sólo se interrumpió en dos oportunidades: el 20 de noviembre, cuando le tomó juramento a los funcionarios que renovaron el Gabinete, y el 10 de diciembre, cuando la jefa de Estado bailó con bombos y platillos en medio de una crisis policial que se cobraba vidas en las provincias. Fuera de esas excepciones, Cristina brilló por su ausencia.
Luego del acto por el día de la Democracia, la Presidenta viajó a Río Gallegos, donde estuvo de vacaciones junto a su hijo, Máximo Kirchner, y su nieto, Néstor Iván. La mandataria sólo interrumpió su período de descanso el 19 de diciembre cuando se trasladó hacia Casa Rosada para formalizar al frente del ejército al discutido César Milani.
Las críticas hacia la comunicación presidencial, regularmente orientadas a cuestionar el excesivo uso del discurso público -en formato, muchas veces, de cadena nacional y otras en versión digital, por sus clásicas cataratas de mensajes en las redes sociales- comenzaron a sonar esta vez no por su exceso, sino por su falta. "Es un ser humano que merece descanso", explicó Jorge Capitanich, al momento de reconocer que la mandataria atraviesa un momento de recuperación.
Se esperaba que la Presidenta hiciera uso de la palabra el 6 de enero último, cuando tenía previsto el regreso de sus vacaciones: no lo hizo. Entonces circularon versiones de que el miércoles siguiente (8 de enero) habría un acto oficial: tampoco ocurrió.
Para ese momento, trascendió que Presidencia de la Nación organizaba un acto para el miércoles siguiente (15 de enero). Sin embargo, a 37 días de su último discurso público, Cristina no hizo uso de la palabra y, tras estar de chequeos médicos en revisaciones clínicas por su operación, Fernández de Kirchner vuelve a acudir a los hospitales.
Esta vez se trata de la salud de su madre, Ofelia Wilhem, quien fue sometida ayer a una histerectomía programada. Ante las urgencias, Cristina juntó en el sanatorio Otamendi sus dos agendas: la de hija de una madre internada y la de presidenta de los argentinos al recibir al ministro de Economía, Axel Kicillof, en el centro médico. Porque Cristina volvió, pero no tanto.