Si Elisa Carrió fuese una muñeca, sería una Barbie. La comparación no surge de su físico sino de su versatilidad para mostrar mil personalidades en una. Existe la Carrió mística, la que pide sacarse fotos en una calle de tierra frente a la casa en la que vacaciona en Mar del Plata porque “el camino es paz”, o la que puede lanzar que “ comer un choripán con las patas sobre la mesa es casi la eucaristía”.
También hay una Carrió profesora, la que se enoja cuando se critican sus comparaciones entre Néstor Kirchner y el dictador paraguayo Alfredo Stroessner, que puede decir que “hay una categoría analítica poco compleja en la Argentina” cuando se la trata de exagerada.
Hay una clásica: la Carrió tirabombas, la que le dijo a Kirchner “jefe de una banda de ladrones” o la que define a Cristina como una “mujer de cartón, peor que Isabelita”. O la Carrió épica, la que ruega “que le dejen dar esta batalla” contra el kirchnerismo, como si fuera una amazona en guerra.
Pero en esta entrevista se devela la versión menos explorada de la líder de la coalición cívica: la Carrió Maquiavélica. La que, tal vez por primera vez, está dispuesta a construir un armado político para derrotar al oficialismo, más allá de que sume a personas que nunca antes hubiesen estado a su lado. La que deja negociar listas con Mauricio Macri, con Julio Cobos o con Raúl Castells y que se justifica diciendo que “ hay que construir con lo que hay”, y que por eso no puede “bajar un decibel”.
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