El aborto, el cobro a extranjeros no residentes por utilizar el sistema de salud y educativo, y el cambio en los planes sociales fueron tres temas claves que permitieron al gobierno nacional dejar de lado, durante esta semana, la agenda económica y las peleas con la CGT. Conscientes en la Casa Rosada de que el humor social cambió, la modificación en la agenda se dio, en algunos casos por una planificación, en otras con algo de suerte.
Ayer, el presidente Mauricio Macri, en su alocución en el Centro Cultural Kirchner ante el gabinete ampliado (el nacional, el bonaerense y el porteño) se mostró optimista sobre el futuro y aseguró que una encuesta cualitativa que le acercó su jefe de Gabinete, Marcos Peña, dio cuenta de una diferencia sustancial en la percepción de los votantes. Cuando se los consultó sobre su opinión sobre el futuro personal había una autopercepción muy superior a la del futuro del país.
En números, más de 20 puntos de diferencia entre una respuesta y la otra. “Hay una oportunidad allí”, les dijo Macri a los más de 200 funcionarios macristas de las tres administraciones que escuchaban atentamente. Antes había escuchado al vicejefe de Gabinete, Gustavo Lopetegui, y a Nicolás Dujovne (Hacienda), quienes mostraron números alentadores de la economía. También habló Gustavo Santos, el invisible ministro de Turismo, quien recibió la orden de Peña cinco minutos antes de que empiece la charla en el CCK de que tenía que hablar. Santos, quien disfrutaba de medialunas y café en la previa del encuentro, improvisó con histrionismo y humor cordobés bajo la idea de que el récord en turismo (“en Carnaval no había dónde alojarse en el país”, dijo) será uno de los motores dinamizadores de la economía. Luego, Macri bromeó con que el turismo será fundamental como el nuevo sistema de misiles de Vladimir Putin.
Como sea, el cambio de agenda fue tomado, esta semana, en la Casa Rosada como una victoria. En el caso de los cambios en el sistema de reparto de planes sociales, basado en la entrega directa con una tarjeta social, y la obligatoriedad de terminar los estudios primarios y secundarios a quienes tengan el beneficio, se trata de un programa en el que venía trabajando la ministra Carolina Stanley hace, al menos, un año.
Sin embargo, en el caso del aborto fue distinto. Fue uno de los temas que surgieron en el primer piso de la Casa Rosada en una reunión que habían organizado Peña y el ministro del Interior, Rogelio Frigerio, junto a los jefes de los bloques parlamentarios de Cambiemos. Ese día sonaba fuerte la marcha a favor del aborto y surgió el tema. Allí se acordó no cerrar el debate y abrir la propuesta para que la trate el Congreso. Al otro día, el Presidente recibió a los diputados de Cambiemos, antes de su discurso en la apertura de sesiones ordinarias, y los invitó a discutir el tema en el recinto con libertad de conciencia. A pesar de ello, en la agenda parlamentaria en la que venía trabajando Emilio Monzó, titular de Diputados, siquiera aparecía. La cortina de humo se coló con la instalación de esta temática.
Finalmente, en lo que refiere al arancelamiento del sistema de salud para extranjeros no radicados en el país todo surgió cuando el gobernador de Jujuy, Gerardo Morales, lo planteó como un tema central para su provincia. Justo en esas horas había viajado Peña a Salta. En ese momento los medios locales lo consultaron, y el jefe de Gabinete atinó a decir que había que discutirlo y que estaba de acuerdo. Rápidamente la Rosada lo hizo correr de manera oficial. Fue un reguero de pólvora informativa. El resto fue cosecha para el Gobierno.