La declaración de Ibar Pérez Corradi ante la jueza María Romilda Servini de Cubría tuvo una derivación inesperada: reflotó una vieja disputa radical entre el ex senador y actual asesor presidencial, Ernesto Sanz, y el ex número dos de la SIDE y hoy influyente aliado del macrista Daniel Angelici, Darío Richarte. Si bien en 2010 trabajaba para el kirchnerismo y ahora lo hace para el Tano Angelici, Richarte volvió a quedar enfrentado con Sanz, dentro de una trama que mezcla celos de poder, vendettas personales y el largo brazo de los servicios de inteligencia.
En un déjà vu de una denuncia que ya circulaba en 2010, Pérez Corradi, supuesto autor intelectual del triple crimen de General Rodríguez, acusó a Ernesto Sanz de haber cobrado hace seis años una coima de 200 mil dólares. ¿A cambio de qué? Según la versión algo imprecisa de Pérez Corradi, de apurar la destitución del ex juez Federico Faggionato Márquez, quien pertenecía a la cartera informal de Richarte.
Faggionato Márquez fue destituido en 2010 por el Consejo de la Magistratura en decisión unánime. El entonces senador Sanz integraba el Consejo, y fue uno de los mayores impulsores del jury. Faggionato era un juez controversial, de vínculos fluidos con la ex SIDE de Jaime Stiuso, y que había ascendido con la ayuda de Richarte. En 2010 acumulaba 28 denuncias en su contra, incluida una por desmanejos en la causa sobre la mafia de la efedrina. Una investigación atravesada por la mano de los espías estatales y que fue aprovechada por el kirchnerismo en plena campaña electoral de 2009, con el objetivo (fallido) de perjudicar al candidato Francisco de Narváez.
Tras haber sido el número dos de la ex SIDE (aunque director en la práctica) durante el gobierno de la Alianza, Richarte se recicló como socio kirchnerista en las sombras: se convirtió en un engranaje del sistema que iba de Comodoro Py a la Secretaría de Inteligencia. Desde ese vereda, resistió la destitución de su juez apadrinado. Su defensa tenía un plus personal: la esposa de Richarte, Haydée Acero Mango, era secretaria de Faggionato Márquez.
Con tales intereses en juego, en 2010 empezó a circular la versión de la coima de 200 mil dólares a Sanz. Los medios de Sergio Szpolski fueron unos de los primeros en difundirla, en coincidencia con el hecho de que Richarte era el abogado del Grupo 23 (lo fue hasta diciembre de 2014).
Ahora, seis años después del jury y la destitución, Pérez Corradi actualizó la denuncia. Y si bien se trata de un calco de la de 2010, los roles de los protagonistas variaron. Richarte se pasó al bando de Daniel Angelici, al punto de que ocupa el cargo de vicepresidente del Tano en Boca Juniors. Con un pasado radical ya remoto (aunque nunca militaron juntos), ambos empezaron a tallar sobre la Justicia, la ex SIDE y también sobre la alborotada AFA.
Sanz, por su parte, está semirretirado de la función pública, pero no de la actividad política y judicial. Después de haber rechazado el puesto de ministro de Justicia, se consolidó como un consiglieri muy escuchado por Mauricio Macri, lo que genera algunos recelos internos.
En el último mes, con el visto bueno del Presidente y para disgusto de una parte de la tropa PRO, Sanz levantó el perfil e hizo de vocero oficial en los medios. Los correligionarios sanzistas (todavía los hay), creen que el dúo Richarte-Angelici podría estar (volver a estar, en el caso de Richarte) detrás de la acusación de Pérez Corradi. La trayectoria y agenda de contactos del abogado del supuesto autor intelectual del triple crimen, Carlos Broitman, potencian las sospechas. En privado, Sanz no descarta ninguna hipótesis. Pero afirma que el posible fuego amigo no tendría demasiada razón de ser: el asesor macrista jura que no pretende ser ministro, ni diputado ni gobernador.