Con la suerte echada en esta elección, que vaticina una victoria para la oposición en los principales distritos, el oficialismo empezará mañana mismo a construir el “post kirchnerismo”, con la presidenta Cristina Fernández en reposo y alejada de la escena política. La idea es que de esa pelea surja el candidato de la sucesión. En esa carrera se anotaron desde gobernadores hasta Julián Domínguez, titular de la Cámara de Diputados: todo indica que terminarán consagrando al ganador con una interna peronista.
En un abierto desafío a Daniel Scioli, que fue el primero en lanzarse a 2015, Cristina Kirchner ordenó a varios “alfiles” caminar y hacerse conocer para tener una alternativa propia para las elecciones generales que se harán dentro de dos años. A Scioli lo considera ajeno, aunque es el que mejor mide dentro del espacio, y la tradición peronista indica que todos se encolumnan detrás del que más beneficiado está en las encuestas. Por eso, y para crear un sucesor del riñón, CFK apresuró los tiempos. No quiere repetir la mala experiencia que tuvo con Martín Insaurralde, que se lanzó a diputado nacional con escaso nivel de conocimiento y poco tiempo. Se nota, por lo que repiten dos kirchneristas de peso, que, además, el Gobierno quiere culpar de la derrota bonaerense a Scioli. “No se te pueden fugar veinte intendentes siendo gobernador”, se quejó uno de ellos en diálogo con este diario.
La jefa de Estado dio esas directivas antes de someterse a la operación para drenar un hematoma cerebral producto de un traumatismo de cráneo. Ahora, ella está recluida en la Quinta de Olivos, con estricto reposo, y deberá hacerse más estudios por problemas cardíacos detectados por los médicos de la Fundación Favaloro. El presidente en ejercicio es el vice, Amado Boudou, a quien los ministros no responden. Y el hombre con más peso en el gabinete es el secretario de Legal y Técnica, Carlos Zannini.
Al primero que bendijo CFK fue a Sergio Uribarri. El gobernador de Entre Ríos hizo trascender en los medios que podía desembarcar como jefe de Gabinete en un eventual cambio de ministros. A otro que empujó a la cancha fue al presidente de la Cámara de Diputados Julián Domínguez. El bonaerense, oriundo de Chacabuco, está armando el “Grupo Sarmiento”, imitando el “Grupo Calafate”, que llevó a Néstor Kirchner a la presidencia en 2003. En ese grupo hay empresarios, diputados del interior y al menos dos gobernadores, Luis Beder Herrera (La Rioja) y Francisco “Paco” Pérez (Mendoza).
Otro que apuesta a 2015 es el ministro del Interior y Transporte, Florencio Randazzo. Tiene la esperanza de alzarse con varios puntos como el hombre que logró revertir la desastrosa situación ferroviaria. El año que viene renovará la flota entera del Sarmiento y el Mitre y, si todo le sale bien, cree que su figura crecerá ante la opinión pública.
El gobernador salteño Juan Manuel Urtubey juega su propia partida. Pretende ser presidente por dentro o por fuera del kirchnerismo. Es algo similar a lo que ocurre con Sergio Massa, el intendente de Tigre, que venció en las primarias al kirchnerismo con un armado “transversal”. En el peronismo dicen que no lo aceptarán como un rival en una interna del PJ, pero de todos modos él ya se inclinó por un armado nacional con intendentes del interior.
Algunos funcionarios suponen que CFK habló de la sucesión con Daniel Scioli, en al menos dos encuentros reservados que mantuvo con él antes de la operación, y que permanecieron en secreto. Qué le dijo, nadie lo sabe a ciencia cierta.
Con el resultado cantado de las elecciones de hoy, en el Gobierno empezaron a circular versiones sobre posibles cambios en el gabinete. Uno de los más debilitado de los funcionarios es el jefe de Gabinete Juan Manuel Abal Medina, quien podría ser enviado a Cancillería. Un candidato a reemplazarlo sería Uribarri. El gobernador de Chaco, Jorge Capitanich, podría tener un lugar en el ministerio de Economía. Para reemplazar a los ministros que son candidatos, Juan Manzur (Salud), y Norberto Yahuar (Agricultura), suenan Juan José Mussi (actual secretario de Medio Ambiente) y Juan Oscar Anglesio (INTA y amigo de Máximo Kirchner). Entre la interna y los cambios se vienen tiempos agitados.