Dicen que Nicolás Caputo no se mete en cuestiones diarias de la gestión. Pero todos dan por descontado que es una voz clave a la hora de definir las grandes estrategias. Y este fin de semana está previsto que siga demostrando su influencia. Junto a su familia también se instaló en el exclusivo country Cumelén, en Villa La Angostura, donde están compartiendo el fin de semana largo junto a la familia de Mauricio Macri.
Con el lago y las montañas de fondo, el diálogo entre los íntimos amigos está previsto que no gire en torno a las próximas elecciones y las perspectivas de Cambiemos, sino en el largo plazo. Es que esa es una de las principales preocupaciones que está teniendo Macri en su cabeza: cómo traducir en iniciativas “a 20 años” el respaldo mayoritario que se espera que su gobierno reciba en las urnas en octubre.
Ese tema está siendo motivo de charlas individuales que el Presidente viene manteniendo con los miembros de su mesa chica. “Nicky” Caputo, en ese marco, tiene un estatus especial. “Justicia y acuerdos de reformas estructurales”, esos son los ejes en los que está pensando Macri. Por eso ahora sí apuesta a un pacto “a la Moncloa”. Es algo que diferentes sectores de Cambiemos le plantearon desde que asumió la Presidencia, como forma de garantizar gobernabilidad. Con el impulso electoral, el esquema cambia y ahora Macri estaría interesado en alcanzar esos acuerdos, pero desde un lugar de fortaleza donde lo que se discuta ya no sea la gobernabilidad sino las reformas estructurales.
Así, tanto con Caputo como con otros de sus principales asesores, como Marcos Peña, Rogelio Frigerio o Jorge Triaca, el mandatario está buscando la mejor estrategia para negociar con la oposición, sindicalistas y empresarios. El con quién negociar es precisamente uno de los interrogantes, que el resultado de las elecciones puede ayudar a acomodar. Con el peronismo disperso, el Gobierno debe elegir a sus mejores interlocutores, con quienes no sólo tenga una buena relación, sino que también puedan garantizar el cumplimiento de los acuerdos. Con el sindicalismo y el empresariado, en parte, pasa lo mismo.
Hay dos cuestiones que son centrales en los planes a largo plazo: la reforma tributaria y la laboral. Siempre con la mira puesta en “la productividad”, el objetivo es reducir la presión impositiva y también el costo laboral. A eso se suma la reforma previsional, que el Gobierno sacó de la agenda mediática para que no haga ruido en la campaña. En ese punto, el equilibrio fiscal es la clave. La agenda también incluye la reforma política -que está trabada en el Senado por el freno del peronismo y que podría reactivarse después de octubre- y la educativa.
Además, hay otro punto que tienen Macri y sus secuaces entre sus preocupaciones: ¿qué hacer con el tercer cordón del Conurbano? No sólo por una cuestión electoral (es dónde más le cuesta consolidar votos y por eso María Eugenia Vidal planea avanzar con la división de La Matanza), sino por los problemas de pobreza estructural y consolidación del narcotráfico.