Tal vez el jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas, el brigadier general Jorge Alberto Chevalier, aún no lo sepa, pero más de uno de sus subordinados ya está al tanto de la novedad. Algunos oficiales de la Fuerza Aérea esperan sentados que de un momento a otro estalle el escándalo, aseguran que se estarían adulterando los requisitos de vuelo de los pilotos. Así consta en documentación reservada a la que accedió PERFIL.
El mal estado de los pocos aviones “en estado de operatividad”, la falta de horas de vuelo de los pilotos, los “consecutivos” problemas con los simuladores, y la migración de los pilotos de la fuerza a la aviación civil serían los principales motivos de los “retoques excepcionales” de las exigencias de vuelo para la adquisición de las licencias.
“Al no cumplirse las mínimas exigencias de vuelo, las habilitaciones se vencen y caen. Cuando no se cumplen, el piloto queda deshabilitado automáticamente”, explicó a PERFIL un oficial de alto rango recientemente retirado de la Fuerza Aérea. Dos fuentes del Edificio Cóndor reconocieron que la mayoría de las licencias de los pilotos estarían vencidas y el exceso de las prórrogas ponen en jaque al sistema. En esta situación también estarían los pilotos que trasladan a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner.
Esta situación se da mientras el gobierno de Gran Bretaña envía a Malvinas un moderno buque destructor que transporta 48 misiles antiaéreos Sea Viper y puede llevar helicópteros de tipo Chinook. “Vamos a seguir los pasos necesarios para garantizar la seguridad de los kelpers”, advirtió días atrás el secretario de Asuntos Exteriores de ese país, Jeremy Browne.
Fernández de Kirchner volvió a poner la mano en el fuego por la idoneidad y el criterio de los comodoros cuando les transfirió a principios de noviembre pasado el control operativo de la navegación aérea a través de la firma del Decreto 1840/11.
El jefe de la fuerza, brigadier general Normando Constantino, se enteró por celular. La Presidenta se encontraba descansando en su residencia de Río Gallegos y los pilotos comandados por el secretario general de la Asociación de Personal Técnico Aeronáutico (Apta), Ricardo Cirielli, ponían en jaque la aeronavegabilidad.
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