En su peor momento desde que arrancó su segundo mandato, Cristina Fernández de Kirchner le transmitió a su círculo íntimo que no irá por la re-re y aclaró que no lo dirá para no abrir la batalla por la sucesión. Nadie lo tomó como la última palabra: en el pasado también había llamado a no "hacerse los rulos" con su postulación y luego terminó por presentarse.
La Presidenta puso paños fríos delante de un grupo de kirchneristas que impulsa la reelección indefinida de la jefa de Estado.
Sin embargo, algunos interpretaron esas palabras como una necesidad de frenar el malhumor social. En tres semanas, la Casa Rosada sufrió un cacerolazo masivo en ciudades del país, Cristina se enfrentó con estudiantes en Harvard en una conferencia muy tensa, y se le sublevaron las fuerzas de seguridad por reclamos salariales.
"No quiero ir por la reelección. Pero la reforma constitucional me interesa", le comunicó a un interlocutor la Presidenta. El Movimiento por una Constitución Emancipadora –integrado por sectores oficialistas– propone una reforma de la Carta Magna para desplazar de sus páginas la concepción "neoliberal" del Estado e incorporar el modelo "nac & pop".
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