En los 92 días que lleva el campo siendo el monotema de la política argentina, la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner ha manejado su agenda de viajes al interior con un único e inquebrantable criterio: sólo provincias amigas.
Así es como, en estos tres meses de “guerra” con los productores agropecuarios, la Presidenta ha visitado en cuatro oportunidades Santa Cruz, al mando del delfín de su marido Daniel Peralta, y dos veces Salta, una de ellas trasladando al aparato oficialista hacia el noroeste para el 25 de mayo, gobernada por Juan Manuel Urtubey.
Sus otros destinos, que sólo visitó una vez y para anunciar obras públicas fueron: Chaco, a cargo de Jorge Capitanich, hoy uno de los defensores mediáticos más tenaces del Gobierno; Santiago del Estero, del radical Gerardo Zamora, aliado de la Casa Rosada; Jujuy, comandada por el kirchnerista Walter Barrionuevo; Tucumán, del incondicional José Alperovich, y Misiones, de Maurice Closs, otro radical enrolado en las filas K.
En cada parada local, la presidenta se aseguró una plaza llena y un atril amigable para abogar por la redistribución del ingreso. Todas fueron postales del poder de convocatoria del Gobierno, cuyo punto máximo se vio en Salta, el 25 de mayo, con 30 mil personas (multiplicados a casi 150 mil, según cifras de oficiales) en el monumento a Güemes.
También, en este periodo, recorrió un poco el mundo. Tuvo cuatro mini-giras internacionales. La primera, del 6 al 8 de Abril, con destino París; la segunda fue a Quito el 21 y 22 de Abril; más tarde pasó por Lima el 16 y 17 de mayo; para finalmente visitar Roma el 3 y 4 de junio. Allí, alejada de la coyuntura, la mandataria pudo mostrar un perfil internacional, una de las promesas –y ambición personal– de su campaña.
La cancelaciones a último momento también hablan de la actitud presidencial a la hora de viajar. El 25 de marzo, decidió cancelar de forma imprevista su viaje a Rosario. En cambio, rompió el silencio, criticó los "piquetes de la abundancia" y estalló un cacerolazo en su contra. El 26 de mayo, la presidenta suspendió un acto en Córdoba que iba a tener lugar el jueves 29. La razón: no quería ni cruzarse con el gobernador Juan Schiaretti.
La Presidenta pasó por el epicentro de la ira ruralista, el Delta del Paraná. No fue a inaugurar obras como en las provincias amigas, sino para monitorear la zona afectada por el incendio de pastizales que sumió a la Capital bajo una cortina de humo. Allí, con una comitiva mediática que transmitió en vivo, acusó a los productores agropecuarios y sentenció que los incendios fueron "intencionales".
Una curiosidad que no queda al margen. El 10 de marzo, un día antes de imponer por decreto las retenciones móviles y cuando cumplía tres meses de gestión, la Presidenta inauguró el ciclo lectivo en Larroque, el pueblo de Alfredo Yabrán. Allí, en esa localidad entrerriana, mientras Cristina anunciaba un ambicioso plan de mil escuelas, en el cordón rural Alfredo de Angeli trabajaba junto a su Mellizo, Atilio, el campo que ambos arriendan. Al día siguiente, con las retenciones, comenzaría a ser el productor más carismático y duro del conflicto. Cristina, desde entonces, no pisó Entre Ríos.