“A las madres nos corre el tiempo; por eso fue una alegría saber del acuerdo”, dice con 81 años Raquel García, sobre el convenio que firmaron esta semana los gobiernos de la Argentina y Gran Bretaña para determinar la identidad de los soldados argentinos que fueron sepultados en el cementerio de Darwin. “Poder ir a las Malvinas y poner una placa en la tumba de mi hijo sería cerrar un círculo, porque Daniel se fue a las islas con DNI y un nombre”, agrega.
Su hijo, Daniel Alberto Ugalde, murió el último día de combate, el 14 de junio de 1982. “El murió salvando a sus compañeros; les habían ordenado retirarse de un monte cerca de Puerto Argentino y se quedó disparando para cubrirlos; lo mató la última bala inglesa que voló ese día”, cuenta emocionada Raquel. Daniel es uno de los 123 soldados fallecidos, sobre un total de 273, que fueron enterrados en el cementerio de Darwin sin ser individualizados. Sus restos están en alguna de las tumbas donde una placa reza: “Soldado argentino sólo conocido por Dios”.
En muchos casos, esta situación no fue conocida por los familiares hasta mucho tiempo después. “Mi mamá fue a Casa Rosada en 1992 cuando el gobierno de (Carlos) Menem estaba preparando un viaje de familiares a las islas. Fue ahí que le dijeron que no iba a encontrar una tumba con el nombre de su hijo”, cuenta Blasa Reyes Lobos, hermana de José Antonio Reyes Lobos, quien, como Daniel Ugalde, cayó durante la defensa final de Puerto Argentino. Tenía 20 años.
Era la segunda vez que una noticia sobre su hijo le llegaba a destiempo a María Antonieta Lobos. El día que volvieron los conscriptos al regimiento de la Tablada, ella se había quedado esperando hasta que se fueron todos. Nadie le había avisado hasta ese momento que su hijo había fallecido. Su hija Blasa cuenta que la noticia del acuerdo para el reconocimiento de las tumbas fue recibida por su madre y el resto de la familia con “alegría y dolor”.
Acuerdo. El proyecto para que las tumbas de José Antonio, Daniel y otros 121 combatientes sean identificadas comenzó hace ocho años, mucho antes del acuerdo alcanzado entre el gobierno de Reino Unido y el de la Argentina esta semana, con el aval del Comité Internacional de la Cruz Roja. “En 2008 viajamos a Malvinas esperando encontrar las tumbas de mis compañeros”, cuenta Julio Aro, ex combatiente de Mar del Plata y creador de la Fundación No Me Olvides. Con sus compañeros dejaron un mail en la escuela de las islas. Poco tiempo después los contactó una organización de ex combatientes ingleses, South Atlantic Medal Association 82.
Junto a los veteranos José María Raschia y José Luis Capurro, Aro viajó al Reino Unido, donde conoció a Geoffrey Cardozo, quien había sido responsable del traslado de los cuerpos de argentinos enterrados en distintos puntos de las islas hasta Darwin. Cardozo les dio la primera pieza para iniciar la investigación, un sobre con todos los datos conocidos sobre los 123 soldados no identificados.
Los esfuerzos de la Fundación No Me Olvides y los familiares tuvieron dos aliados para lograr convertir esto en una causa de Estado. La periodista de Gente Gabriela Cociffi, que les ayudó a difundir la causa, y el músico Roger Waters, que en 2012 dejó en manos de la presidenta Cristina Kirchner una carpeta. Ese año, el 2 de abril, Raquel García y otros familiares acompañaron el discurso de la mandataria, donde se comprometió a iniciar el trámite que finalizó esta semana con la firma del acuerdo bilateral. “Sólo espero que Dios me dé vida para poder poner la
placa con su nombre en la cruz”, dice Raquel.