El ballottage presidencial movilizó a la sociedad como nunca. Muchas ilusiones y proyectos de un país mejor se pusieron en juego ayer en las urnas. Mientras unos festejaron, otros ciudadanos vivieron la derrota de su candidato y se preparan para un verdadero duelo. Especialistas argentinos retomaron un término acuñado en los Estados Unidos en 2004, luego de la derrota electoral de John Kerry ante George W. Bush (ver recuadro), para describir qué sucede en su complejo emotivo y racional.
Puede producirse un cuadro conocido como Síndrome de Estrés Traumático Post Electoral (PESTS, por sus siglas en inglés), que si bien no es una afección descripta profesionalmente, se utiliza para abordar los síntomas y manifestaciones que viven muchos ciudadanos luego de las elecciones.
“Las principales características de este síndrome son el desánimo, la falta de confianza en el proceso electoral puntual pero también en las instituciones; la indignación, la desolación, la falta de esperanza, la rabia y la apatía. Generalmente lo padecen quienes ‘perdieron’, pero también puede ser que los votantes del candidato ganador lo experimenten, especialmente en un ballottage si no se votó el candidato deseado sino al ‘menos malo’ o al que más se acercaba a los intereses particulares de cada uno”, le dijo a PERFIL la psicóloga Fabiana Castro Cabral, directora de Center Psic.
El PESTS puede provocar pérdida de apetito, insomnio, aislamiento, ira, irritabilidad, desinterés, amargura y preocupaciones excesivas por el futuro del país.
“Esta condición se asemeja a un duelo y, por ende, las etapas que deben atravesarse hasta hacer propia o asumir la nueva realidad son las cinco definidas por la psiquiatra suizo-estadounidense Elisabeth Kubler Ross: negación, ira o enojo, negociación, depresión y, finalmente, aceptación. Generalmente, el tiempo que lleva este síndrome es más acotado que un duelo por fallecimiento, aunque eso dependerá de las características y la realidad de cada persona”, refirió, por su parte, Daniel López Rosetti, jefe del servicio de Medicina del Estrés del Hospital de San Isidro.
Superación. La persona afectada –no sólo los ciudadanos, también puede ser el candidato perdedor o su círculo, quienes asumieron compromisos y ‘promesas de campaña’– debe manifestar su negación y enojo, para después “pararse en otro lugar, posicionarse y encontrar el enfoque positivo”, como describió Castro Cabral. Esto se logra involucrándose en el nuevo proyecto, o bien como oposición, controlando el desempeño. Sin embargo, en ambos casos hay que asumir que ya nada puede hacerse para cambiar la realidad. +
Otro consejo es ‘cortar’ con todo lo anterior que recuerde la derrota: programas de televisión, redes sociales o grupos de WhatsApp. Y, por supuesto, distraerse con actividades que le escapen al tema o haciendo ejercicio. Finalmente, en función de cuánto haya afectado la derrota –algunos casos pueden ser más severos debido a, por ejemplo, la pérdida de un puesto laboral o de un derecho adquirido– y de los síntomas (insomnio, discusiones, mal humor, falta de apetito), una opción es realizar una consulta psicológica para iniciar un tratamiento acotado.
Un término que surgió en los EE.UU.
Post Election Selection Trauma (PEST) es un término acuñado por el psicólogo Rob Gordon, de la American Health Association, quien observó un creciente número de demócratas que experimentaban depresión luego de la derrota electoral de John Kerry ante George W. Bush en las elecciones presidenciales de 2004. Gordon dijo que los síntomas del trauma eran similares al trastorno de estrés postraumático (de allí que se lo conoce en todo el mundo como Síndrome de Estrés Traumático Post Electoral) e incluyen pérdida de apetito, insomnio, pesadillas, mal humor y una excesiva preocupación por el futuro. Tras el controvertido triunfo de Bush, en un país dividido, primó la sensación de decepción y desesperanza por tener que atravesar otros cuatro años de gestión. De hecho, Gordon armó grupos de apoyo para ayudar a los partidarios de Kerry a ajustarse a la nueva realidad.