La sorpresiva salida de Nilda Garré responde a una estrategia electoral que tendrá como eje central un cambio en la política de seguridad, según lo admiten en la Casa Rosada. El combo incluye la inauguración de nuevos Centros de Protección Urbana en diferentes municipios del conurbano bonaerense, la entrega de más vehículos para la Policía y Gendarmería, y la puesta en marcha de cinematográficos operativos contra la delincuencia.
Fue la Presidenta quien se encargó de lanzar esa señal cuando, el jueves durante un acto en Lomas de Zamora, habló del “inmenso esfuerzo” que hace el Gobierno para que haya más seguridad y reclamó al Poder Judicial más rigor en la lucha contra la delincuencia. “Uno de los reclamos que me hace más mi secretario de Seguridad (Sergio Berni) es que por allí se desbaratan bandas, se toma gente que delinque, que comete delitos contra la propiedad o contra la vida de los argentinos, y luego entran por una puerta y salen directamente por la otra”, destacó Cristina Fernández durante su discurso. Garré no participó del acto, en el que se inauguraba un centro de monitoreo de patrulleros y cámaras de vigilancia. Lo vio por televisión en su despacho del edificio de la calle Gelly y Obes. Una hora antes la mandataria le comunicaba que debía dejar el Ministerio de Seguridad para trasladarse a Washington como embajadora argentina ante la Organización de Estados Americanos (OEA). Garré habló de sus hijos y sus nietos, la Presidenta le recordó que ella es un cuadro político. La aceptación fue a regañadientes.
La nueva línea en materia de seguridad la marcó ayer el flamante ministro de Seguridad, Arturo Puricelli, cuando dijo que su prioridad es “que la gente se sienta cada vez más segura y se termine con este flagelo del delito”.
El lunes se instaló en la Cancillería el rumor de inminentes cambios en el Gabinete, la representación en la OEA iba a ser ocupada. Pero al no ser la primera vez que en el Palacio San Martín corrían esas versiones, nadie prestó demasiada atención.
Por entonces, Berni se encontraba en Neuquén y jura que los cambios lo tomaron por sorpresa. En el entorno de Puricelli dicen que lo sabían desde el miércoles. Los colaboradores de Garré siguen atónitos.
Algunos uniformados de la cúpula de la Policía Federal no lograron disimular sus sonrisas cuando se enteraron del cambio. Algo similar ocurrió en Gendarmería. Berni mantiene una “inmejorable” relación con tres de las cuatro fuerzas de seguridad. La Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) es la excepción. Y las referencias que llegan desde el Edificio Libertador sobre Puricelli no son malas: “Nos dicen que el ‘Puri’ no quiere problemas con nadie, sólo quiere que cada uno haga su trabajo. Y a Berni se lo considera un propia tropa”, explicó a PERFIL uno de los jefes de la Federal.