Desde que Blanquiceleste gerencia a Racing, la “Guardia Imperial” rompió relaciones con los dirigentes. La convivencia con el empresario Fernando Marín devino en una guerra, motivada en parte por la histórica negativa de la empresa a “ceder” entradas, indumentaria y dinero para solventar los gastos de la hinchada.
En febrero pasado, y luego de una derrota de local ante Independiente, los barras explotaron. Y fueron derechito al palco de Marín en el Cilindro de Avellaneda. Querían su cabeza. El empresario se escudó en el Comité Provincial de Seguridad Deportiva (Coprosede), responsable de organizar los operativos en las canchas de la provincia. Ese día, Mario Gallina, número uno del Coprosede, resolvió el regreso del derecho de admisión, con lo que todos aquellos hinchas que tuvieran antecedentes penales no podrían ingresar a la cancha.
A los pocos días del anuncio, sonó el celular de Gallina: “Mario… estos pibes son buena gente. Tienen que entrar a la cancha”. El ex árbitro sólo atinó a escuchar, sin decir nada. Del otro lado de la línea, la voz continuó: “Y no lo digo yo, sino el Uno”. La conversación se cortó. Gallina reconoció enseguida a su interlocutor: era Ginés González García, el ministro de Salud. Y el Uno era el Presidente Kirchner.
Gracias a la gestión gubernamental, 16 integrantes de la “Guardia Imperial” procesados por la muerte de un hincha de Independiente –Gustavo Rivero, fallecido el 17 de febrero de 2002- vieron el partido siguiente desde las cómodas tribunas del Estadio Único de La Plata, donde Racing hizo de local frente a Boca.
González García y Kirchner comparten la pasión por Racing, y es común que los empleados de la Rosada asistan a encendidos diálogos entre Presidente y ministro sobre la marcha del equipo, con picos de decibeles luego de una derrota. “Es el único miembro del Gobierno con el que puedo hablar así de Racing”, se justificó Kirchner alguna vez. En los hechos, González García es mucho más que eso: se trata de su hombre en el club.
(*) periodista de la revista NOTICIAS
