Sólo una persona acompañó durante más de una década a Cristina Fernández en la Cámara de Diputados y luego en el Senado: Nicolás Fernández. Juntos, ambos elegidos como legisladores por Santa Cruz, compartieron horas interminables de sesiones, una banca pegada a la otra. Hasta que Cristina Kirchner, ya Presidenta, lo expulsó del oficialismo. Intempestivamente, el eterno compañero de bancada de la senadora pasó al ostracismo. En Tribunales, ahora consideran a Nicolás Fernández un aliado de Ricardo Lorenzetti, titular de la Corte Suprema y figura decisiva en la resolución de las dos principales cruzadas de Cristina Fernández: la Ley de Medios y la reforma judicial.
—¿Por qué se apartó? Se llegó a decir que usted era testaferro de Néstor Kirchner. Y cuando muere, en 2010, Cristina Fernández se enoja porque en ese grupo varios le ocultaban información.
— Yo no fui ni sería testaferro de nadie. No sólo de Néstor Kirchner. De nadie. Ni testaferro, ni cómplice ni nada. Soy una persona absolutamente lineal. Lo que hice, lo hice por absoluta convicción. Hoy, algunas cosas que están saliendo a la luz me generan cuestiones internas muy desagradables, porque a lo mejor fui demasiado ingenuo. Nunca, jamás en mi vida, hablé de negocios con Néstor Kirchner. Ni Cristina Kirchner ni ninguno de mis amigos en la política se hubieran animado a plantearme un negocio. Esas son cosas que están divorciadas de la buena política.
—¿Cómo conoció a Néstor Kirchner?
—Lo conocí cuando fui candidato a intendente. Hice una elección importante, que perdí por pocos votos, y me ubicó como un dirigente político nuevo. Entonces, Néstor me ofreció ser diputado nacional encabezando la lista de la Provincia. Tuvimos una relación personal cercana, hasta que a partir de la agenda política y mi relación con su esposa, que era diputada, fue haciéndose una relación personal. Yo tuve una relación personal muy directa con Cristina.
—¿Con Cristina más que con Néstor?
—Sí, en principio más con Cristina que con Néstor. En su momento entendí que éramos amigos. Así fue creciendo la relación. Y cuando se comienza a hablar de los cambios en la Corte aparecen varios candidatos. Todos muy buenos, como Aída Kemelmajer de Carlucci. En ese momento, yo lo conocí a Ricardo (Lorenzetti). Y me pareció lo que me parece hoy: un prestigioso doctrinario. Además, había empezado a escribir de Derecho del Usuario cuando del usuario en Argentina no se acordaba nadie. Establecimos una buena relación. Y cuando surgió el tema de los candidatos para la Corte aparece la propuesta de Lorenzetti. Tuvieron un par de entrevistas. Pero la decisión de que Lorenzetti vaya a la Corte fue exclusiva de Cristina y Néstor Kirchner. Quien diga lo contrario, es mentira. Fue una decisión de ambos. Si yo dijera que Lorenzetti está en la Corte porque lo puse yo sería un embustero. Me honra su amistad.
—¿Por qué se quebró su relación con Cristina Kirchner?
—Algunos esperaban que yo ocupara un rol que no estaba dispuesto a ocupar. O molestaba. Porque efectivamente no conjugaba con los intereses de los que estaban más cerca de ella ni de los que hoy la rodean.
—¿Quiénes?
—Yo con el mundo empresario no tengo relación. A Lázaro Báez, por ejemplo, no lo conozco personalmente. A Cristóbal López lo conozco porque lo he demandado cuando ejercía la profesión (abogado laboralista). Tengo de Cristóbal López la idea de un empresario que defendía la imagen de su empresa en forma personal. Así lo conocí. Luego fue creciendo su vinculación con la provincia a través de su relación con Casino Club y el trato personal, a raíz de ser un empresario de la región. Personalmente lo conozco por haber viajado en el mismo vuelo, ya que a Caleta Olivia había dos vuelos.
—No explicó su ruptura con Cristina Kirchner.
—Yo viajé a Calafate en el momento de la muerte de Néstor. Estuve con ella. Luego, en su momento, hubo una desinteligencia con la conformación de las listas de candidatos en La Pampa. Yo no le di entidad. Y ese sábado me comunicaron que tenía que hablar con la señora porque me iban a sacar de la lista de senadores. Yo respondí que no tenía que hablar absolutamente con nadie y si me tenían que sacar de la lista de senadores sería por algo. Insistieron en que hablara con ella. En ese momento, me fui 15 días afuera y cuando volví hablé con ella. Cristina me dio sus razones, yo le di las mías y a partir de ese día nunca más hablamos.
—Me imagino que le dio alguna razón de peso.
—Ella lo atribuyó al armado de listas en La Pampa. Me dijo que debería haber hecho cosas que nunca me dijeron que hiciera. Yo le respondí que no había armado las listas.
—¿Cree que la muerte de Néstor Kirchner significó un punto de inflexión en la forma de gobernar?
—El mayor quiebre lo vivió ella, me refiero a la soledad, que fue evidente, al espacio vacío. Indudablemente le generó un sismo y a partir de ahí se reacomodaron piezas. Hubo personas que hasta el momento no tenían un desempeño político destacado, y lo empezaron a tener. Y otros, que teníamos un rol más protagónico, dejamos de tenerlo. Hay varios que se fueron.
—¿Nunca más lo llamaron?
—No, nunca más.
—En Tribunales a usted se lo vincula políticamente con el titular de la Corte, Ricardo Lorenzetti.
—No es así. Lorenzetti me honra con su amistad. En el ejercicio actual de la profesión no tengo ningún trámite cerca de la Corte ni por llegar, ni nada.
—Usted integró el Consejo de la Magistratura. ¿Está de acuerdo con la reforma judicial?
—No. Yo no creo que la democratización de la Justicia sea por la selección popular de los consejeros. Estoy en contra de la judicialización de la política y de la politización de la Justicia. La República debe tener o estar sostenida en tres patas: el Poder Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial, desde Roma hasta la fecha.