Hay humo en tus ojos, por Malele Penchansky

El exceso de rimel enturbia a veces la mirada. A esta inconveniencia doméstica, pero sin mayores consecuencias en el maquillaje habitual, la mascarada del Gobierno suma con inusual torpeza, la “opera de los ruralistas”,  por cierto un Bertold Brecht al revés: se muestra al campo obstinado -ahora- en quemar  pastizales para que la humareda devore a la Ciudad, a sabiendas de que el gran público habita en la Capital. Una dicotomía de malos y buenos fantaseados, en la que los malos actúan  como “sacados” y con el “fuego del demonio” en las manos.

Así, Picolotti se enardece y denuncia, mientras CFK, de rodete, encauza su discurso hacia andariveles más irónicos y dice de los medios que “anuncian a cada rato la llegada de marcianos”. Los ¿mismos?  de aquel viejo programa radial de Orson Welles!! Es que el populismo transita siempre los laberintos conocidos de un túnel del tiempo del que parece no poder salir.

Los que estamos padeciendo el humo y sus molestias y metáforas diversas, a cara lavada, y con las neuronas alertas, sabemos distinguir la paja del trigo, para seguir con la simbología campestre. Es demasiado burda esta maniobra. Va mucho más allá de una simple “boutade”.

Ni las explicaciones meteorológicas difusas, ni la opereta orquestada, pueden explicar esta suerte de calamidad brumosa y repentina, que envuelve a los “argentinos y argentinas”,  como le gusta arengar a la señora Presidenta, aferrada a sus inseparables micrófonos. Todo es tan de papel maché, tan de plástico, que el incendio fraguado desde alguna mentalidad bizarra, termina por dejarnos sumidos en un estupor ceniciento. ¿Qué hacer para continuar asistiendo-sin hesitaciones- a la seguidilla de simulacros? Seguramente toser, con lejana elegancia y hacer mutis por el foro, hasta que aclare. El show debe continuar.