El jueves 12 de diciembre, Pablo y Sergio Schoklender recibieron la cédula de notificación para presentarse a declarar en las próximas horas en el Juzgado Penal Económico Nº8 de Comodoro Py. No irán solos. Hebe de Bonafini deberá acompañarlos tal como lo indica la copia de la citación judicial a la que tuvo acceso Perfil.com en forma exclusiva.
El 15 de noviembre de este año este portal publicó que el juez Gustavo Darío Meirovich había sobreseído a la titular de las Madres de Plaza de Mayo en una causa en la que estaba acusada de haber dado la orden de no pagar una serie de cheques emitidos para la compra de un camión y varios equipos de calefacción para las viviendas construidas en el marco del Proyecto Sueños Compartidos. El 1 de noviembre el juez tomó la decisión de limpiar el buen nombre de la Madre de Plaza de Mayo, tal como lo señaló textualmente en su dictamen, por su negativa a cumplir con las deudas efectuadas entre el 8 y 9 de junio del 2011 cuando Sergio Schoklender ya no formaba parte de su Fundación.
La decisión del juez Meirovich se basó, fundamentalmente, en que las firmas de los cheques habían sido falsificadas con el posible fin de engañar a la titular de las Madres de Plaza de Mayo. Los firmantes eran, además de Bonafini, Alberto Marcelo García, Juana Meller y Pablo Schoklender, integrantes del área de Finanzas y Compras de la Fundación. La semana pasada, el fiscal de la causa apeló la decisión de Meirovich quien además recibió la denuncia efectuada por Rubén Alberto Arena a la que Perfil.com accedió. El denunciante sería un ex empleado de la Fundación.
Al recibir la notificación judicial que intima a los implicados a anoticiarse en las próximas 24 horas de la citación judicial y presentarse a declarar en forma urgente, ante el juez y su secretaria Liliana Marta Daleia, Pablo Schoklender aseguró que “estoy esperando el llamado, que la justicia me nombre un defensor oficial y voy a decir la verdad: una de las firmas de esos cheques era mía".
El menor de los Schoklender fue contundente: “Nadie preguntó nada, ni me mostraron pericias, esa firma era mía”. En la nota “Hebe sobreseída: todos inocentes”, uno de los involucrados aseguró que no podía autoincriminarse pero decía lo mismo que Pablo Schoklender: las firmas no fueron falsificadas y Hebe de Bonafini sabía el delito que estaba cometiendo al negarse a pagar esos cheques.
La impunidad con la que se maneja el fideicomiso que gestiona los dineros públicos que sigue recibiendo la Fundación, los últimos dichos de Hebe de Bonafini en público y el karma que persiguen algunos protagonistas de esta historia, reactivaron el deseo de encontrar la verdad en un escándalo que parecía olvidado. “Nunca me llamaron a declarar por ese tema”, aseguró Pablo Schoklender a Perfil.com pues así como “me sacaron de esto” –reflexionó el involucrado- “el día de mañana me meten en otra cosa”.
El vínculo íntimo de Pablo Schoklender asegura que está dispuesto a ir “hasta las últimas consecuencias” y que, esta vez, “Hebe de Bonafini deberá rendir cuentas en la justicia”. Sus amigos no comprenden cómo el menor de los Schoklender no pudo reinsertarse socialmente, conseguir un nuevo empleo por cargar con “la maldición de Sueños Compartidos mientras que a Bonafini la siguen sentando en primera fila de los actos del gobierno como si no tuviese nada que explicar de lo que sucedió en su Fundación”. Por otra parte, aseguran que el plan del gobierno nacional para salvaguardar a la Fundación de Bonafini existió y sigue en marcha. Nadie negó lo publicado en este portal. Mientras tanto, Sergio Schoklender mantiene el silencio: “No voy a hablar…por ahora”.
(*) Autor de El negocio de los derechos humanos. Especial para Perfil.com.