Fueron doce años, pero hoy lo cuentan como si el kirchnerismo hubiese sido un sunami que arrasó, dejó el desastre y se grabó en la memoria de los sobrevivientes. No quieren repetir la experiencia. El kirchnerismo dejó jueces heridos, operadores judiciales en las sombras -listos para volver ahora en nombre del macrismo- y una lección que algunos de los jueces más poderosos del país creen haber aprendido ya. A la ola que arrasó con todo, la alimentaron ellos.
Frente a un nuevo gobierno que llega con la suma del poder nacional y dos jurisdicciones clave en la balanza del dominio político –la Capital Federal y la provincia de Buenos Aires–, los jueces federales se debaten cómo se plantarán frente a Mauricio Macri y un partido político que antes de asumir ya tiene expuso a los alfiles de su partida. Esta semana, denunciaron a Daniel Angelici como operador judicial de Macri.
Quieren mostrarse unidos, pero no lo están. Los que no soltaron la mano del kirchnerismo a tiempo, como el juez federal Norberto Oyarbide, o los que se jugaron por Daniel Scioli, quedaron relegados pero buscan cobijarse bajo el ala de sus pares. Otros pasan facturas hacia adentro del Poder Judicial, especulan con una supuesta intención del macrismo de avanzar contra algunos de los magistrados más señalados por la oposición y buscan formar un bloque lo suficientemente sólido como para no cometer otra vez el error que se permitieron con el kirchnerismo: quedar presos del forcejeo con el poder político; depender de operadores que a los jueces les eran ajenos y que respondían más a las intenciones de Néstor Kirchner, miembros de su gabinete y la ex Secretaría de Inteligencia (hoy AFI).
Algunos jueces comenzaron a tender puentes con sus pares para organizar un almuerzo de fin de año, en privado, sin alertar a los medios y dar señales de unidad o demostraciones de poder frente al nuevo gobierno. El objetivo de un grupo es plantear las reglas del juego en el nuevo tablero del poder.
La premisa de los más estratégicos es no volver a ser menos poderosos que los operadores e interlocutores con el Ejecutivo que fortaleció el kirchnerismo de la mano de Jaime Stiuso, ex jefe de los espías. Temen su regreso y su alianza con Macri. Stiuso gobernó gran parte de los tribunales federales. De hecho, se le adjudica el avance de la causa contra el entonces jefe de Gobierno porteño por las supuestas escuchas ilegales. Pero también se lo señala como el gestor de los sobreseimientos a los Kirchner. Tampoco quieren que un grupo de jueces tenga una relación “fluida” con el Ejecutivo o hable en nombre de otros magistrados.
El acercamiento de varios fiscales federales con Daniel Angelici, reconocido operador judicial del macrismo, activó las alarmas de quienes no quieren volver a depender de “interlocutores” con el Ejecutivo. Elisa Carrió pidió a Macri que vete a Angelici y lo corra de su rol de operador judicial del nuevo gobierno. El presidente del Club Boca no tiene ningún cargo formal en el nuevo gabinete, pero desde hace años se jacta de “sacar y poner jueces y fiscales” en la Justicia porteña.
El abogado de Angelici es Diego Pirota, del estudio de Darío Richarte, central para los Kirchner en la ola del sumani. Pirota defendió a los funcionarios más comprometidos hasta que CFK expulsó a Stiuso de la ex SIDE.