No es jefe de Gabinete, pero parece. Su poder está por encima del de los ministros más importantes de este Gobierno, incluso del vicepresidente, Amado Boudou. Axel Kicillof hizo en menos de un año una carrera meteórica: pasó de subgerente de Aerolíneas a viceministro de Economía, con influencia directa en YPF y en los cincuenta directores que el Estado tiene en las empresas privadas.
También tiene a su cargo los subsidios a los servicios públicos, le recortó poder a Julio De Vido (obras públicas), a Diego Bossio (titular de la Anses) y al ministro de Economía, Hernán Lorenzino. De hecho, cada vez que el titular de Economía habla en los medios, son habituales las bromas: "¿No era Kicillof el ministro de Economía?", ironizan.
Entró al Palacio de Hacienda y empezó a devorar poder. Al que todavía no pudo tocar es el secretario de Hacienda, Juan Carlos Pezoa, un soldado K que maneja las transferencias a las provincias.
El joven –asociado a La Cámpora, más académico que político– entra en un nuevo esquema del poder kirchnerista. Cristina Kirchner se convenció de que para que su modelo nacional y popular perdure en el tiempo tiene que institucionalizarlo, ya sea por ley, decreto o resolución.
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